El presidente de Colombia Gustavo Petro ha declarado este lunes 10 de enero el estado de conmoción interior por los combates que libran los grupos armados en la zona andina de la frontera con Venezuela.
La guerra que mantienen estos grupos, con los que el Presidente ha intentado negociar la paz sin éxito, ha dejado decenas de muertos y miles de desplazados este fin de semana de fuego cruzado. Petro ha reforzado la zona con 300 soldados más de las fuerzas armadas colombianas, pero la batalla entre el ELN y las disidencias de las FARC continuaba.
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La conmoción interior, uno de los varios tipos de estado de excepción que permite la Constitución colombiana de 1991, otorga al Presidente poderes especiales para enfrentar amenazas inminentes contra el Estado. Puede extenderse hasta 90 días y prorrogarse en dos ocasiones. La norma no especifica de qué herramientas concretas podrá echar mano el presidente, así que queda por ver las decisiones que toma. El referente más cercano es el de Daniel Noboa, el presidente que en Ecuador lo decretó para sacar al ejército a las calles para que se ocuparan de la seguridad ciudadana.
Espera contar con el Poder Judicial
Al mismo tiempo, el Presidente ha anunciado el estado de emergencia económica. Se entiende que pretende solucionar el conflicto con una aproximación distinta, no solo con las armas. Petro suele decir que el desarrollo económico de las regiones será lo que acabe con parte de la violencia que viven estas zonas apartadas, donde el Estado no logra imponer el imperio de la ley.
El Presidente ha pedido que la justicia no le tumbe esta medida, que revisan de oficio tribunales. “Espero del Poder Judicial su apoyo”, ha escrito en X. Pide que no se repita lo que ocurrió con el estado de excepción que decretó para combatir la crisis de agua en La Guajira, un departamento desértico. La medida quedó anulada por la Corte Constitucional.
La «paz total» que no ha sido
Cuando llegó al poder, pidió a su gente de confianza que abriese negociaciones con todos los grupos armados del país. A aquello se le puso el nombre de “paz total”. Imposible más ambición. La realidad ha acabado aplastándole. El ELN, la guerrilla más antigua de Colombia, no ha dado muestras de querer dejar las armas después de dos años largos de conversaciones. Ahora mismo parecen rotas, más después de que el ELN se esté enfrentando en el Catatumbo, en el borde con Venezuela, a varias disidencias de las extintas FARC. Esa es la región con mayor concentración de cultivos de hoja de coca en el mundo.
Petro llegó a la Casa de Nariño con la paz como bandera. Su pasado guerrillero lo legitimaba para poder entablar conversaciones con los grupos todavía activos sin ánimo de revancha. Entendía por qué esos hombres se habían echado al monte y a la selva, él mismo tuvo esa pulsión en nombre de la justicia social.
Ahora Petro ha perdido la fe en ellos. Ya ni los considera guerrilleros. “Lo sucedido en el Catatumbo no es sino una demostración más, del tránsito de las guerrillas insurgentes hacia las organizaciones narcoarmadas”, ha escrito en X. De hecho, les profiere el peor de los insultos: “La acción de masacre cometida por el ELN con fuerzas traídas desde Arauca hasta el Catatumbo calca perfectamente el accionar de los grupos paramilitares, cuando, dirigidos por Mancuso, llegaron a la zona: masacre de campesinos civiles, en estado de indefensión. Crímenes de guerra por doquier que son crímenes contra la humanidad”.
Renuncias en el gabinete
La Casa de Nariño ha sido un hervidero este lunes. No ha habido tiempo de atender a la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Se ha sabido que el canciller Luis Gilberto Murillo, uno de los más fuertes del Gobierno, dejará su cargo a finales de mes. Le sustituirá Laura Sarabia, la que hasta ahora fungía en la práctica como número 2 del Presidente. Son dos cambios de mucho calado. La fisonomía del gabinete va a ser otra.
Al tiempo, Mauricio Lizcano, ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, ha presentado su renuncia. Lizcano era de los pocos que quedaban que acompañaban a Petro desde el primer día. Tanto él como Murillo tienen aspiraciones presidenciales. El polémico Armando Benedetti, además, ha llegado a la Casa de Nariño. Día de movimientos tectónicos en la órbita de Petro.
Con información de El País.