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martes, abril 22, 2025
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Notas desde Farriar… El Nazareno me dijo

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Cuando Ismael Rivera, “EI Sonero Mayor”, cantó entre las décadas de los setenta y ochenta la canción EI Nazareno, en el Coliseo “Roberto CIemente”; de Puerto Rico, puso de manifestó una tradición histórica, religiosa, pagana y festiva como es la celebración del Cristo Negro de Portobelo en Panamá donde se celebra el 21 de octubre, con la fe de la gente del barrio que por su angostas calles, y con el sol revoloteando en el horizonte van dejando su sudor caribeño con bongó, tamboras y timbales para enaltecer el olor de un pueblo congregado, y con el bembeteo la gente comentaba la presencia de Ismael Rivera, esa voz única, genial, privilegiada, magistral en el soneo y sensual en el bolero.

EI “Maelo” de Los Cachimbos que fue a Panamá y de rodilla en tierra acompañó a la procesión y a pedirle al Cristo Negro que lo alejara del vicio y de la jodedera. .. De esta tradición en la fe surgió la canción EI Nazareno del panameño Wuilliams, que representa un canto a la amistad, la hermandad, la negritud y la fe:

EI Nazareno

Yo estaba en un vacilón

Yo estaba en un vacilón

Fui a ver lo que sucedía

Cuando ya me divertía

Y empezaba a vacilar

No sé de donde

Una voz vine a escuchar

Qué expresión tiene tu rostro

Se refleja la alegría

Y estás rodeado de tanta hipocresía.

Es él Nazareno que te da consejos buenos

A quién no mires a quién

Dale la mano al caído

Y si acaso bien malo ha sido

Dale la mano también….

Hazle bien a tus amigos

Y ofrécele tu amistad

Y verás que a ti lo malo

Nunca se te acercará

En cambio todo lo bueno

Contigo siempre estará…

(Montuno)

El Nazareno me dijo que cuidara a mis amigos…

Posteriormente grabaría “El Mesías” en ritmo de bomba, música de canto antifonal de llamadas y respuestas entre solistas y coros, y cuyas melodías sencillas y emotivas nos trasladan a épocas recientes y pasadas, encontrando ecos también en la cotidianidad, y donde Maelo en un acto de fe, convicción, y agradecimiento al Cristo Negro y al pueblo panameño elevó sus plegarias espiritualmente sanas. EI Maelo que le cantó a su pueblo humilde, heredero directo de la irreverencia de don Pedro Alvizu Campo y de Pedro Flores (el de las flores, como le solía decir nuestro querido poeta Jesús Rosas Marcano).

Ismael Rivera no es solo el último de los grandes soneros – sin olvidarnos de Miguelito Cuní, Beny Moré, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano y Carlos “Tabaco” Quintana por supuesto – sino el sabor a bomba y plena de aquellos años cincuenta que hoy nos parecen tan distante, cuando con el Combo de Rafael Cortijo (su amigo y compadre) aún usaban guaracheras aquellas mangas abombachadas de volantes que tanto usó la rumbería cubana como el emblema perfecto de la antillanía.

Esta sabia musical abonada correctamente dio buenos frutos con la destacada presencia de Javier Vásquez, director musical de los Cachimbos, experimentado y virtuoso pianista cubano que se responsabilizó de la totalidad de los arreglos cantados por Ismael.

El estilo de Vásquez en el piano, con un montuno sólido y lento, como en la mejor tradición cubana, sirvió de apoyo para el vigor definitivo que siempre ostentó esta orquesta que, como es común en la salsa nunca sobrepasó las decenas de músico. El crédito para Vásquez, por lo tanto, es necesario. Fue el medio ideal para traducir el lenguaje musical mucho en la inspiración y entusiasmo que en Ismael fue mero talento desbordado. Cantidad y calidad, de eso se trata el genio.

Lea también: Notas desde Farriar… Una despedida en plenilunio

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