
Decir Yaracuy es ir a los ancestros aborígenes de los venezolanos, al reinado de María Lionza, a la espiritualidad que recoge la Montaña de Sorte y sus alrededores, también es referirse a un valle verde y productivo, territorio surcado por decenas ríos que en la zona más oriental del estado se entremezclan en el caudaloso afluente que lleva el mismo nombre de este territorio pujante.
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Decir Yaracuy es hablar de la sangre bravía jirajara, de los indómitos pobladores de la antigua ciudad Cerritos de Cocorote, quienes se negaron a morir a los ataques de la corona, de los saqueadores y hasta de la fuerza telúrica del planeta que prácticamente los borró del mapa en marzo de 1812.
Decir Yaracuy también es hablar de una flora abundante y una fauna bravía; también es producción agrícola, ganadería, zona agroindustrial y mano de obra dedicada y decidida a transformarse para progresar.
Yaracuy es cuna de científicos, poetas, historiadores, profesores, académicos, bohemios, artistas y deportistas que llevan en su pecho el icónico tricolor azul, rojo y blanco, en cuyo centro resplandece un sol de rayos amarillos, pero de corazón verde y característica pujante.



Pero hablar de Yaracuy nunca será tan característico y acertado como lo hiciera el poeta José Parra, quien inmortalizó nuestro estado como la tierra de la dulce caña.
Desde todo el equipo de Yaracuy al Día, felicidades a todos nuestros paisanos en el 166 aniversario del estado.