No, señor/ yo no lo puedo entender/ me duele en el pecho/ saber lo que estoy mirando/. Vamos de mal en peor/. Es un crimen, una burla, un engaño/ Tan rico nuestro país / hoy malherido y sangrando / Vuelve Bolívar y desenfunda tu espada / que solo tú / puede salvarnos del tirano…”.
Este tema que visto en su justa dimensión rítmica melódica nos traslada a épocas recientes y pasadas, y donde la voz de Reinaldo Armas, “El cardenal sabanero”, parece volar sobre las cuerdas del arpa reclinada mimosamente sobre el corazón de Cándido Herrera, arpa de oro de los llanos y orgullo de Venezuela.
Así apretados uno contra el otro, el hombre y el arpa van desgranando, tiernamente, jubilosamente, sin descanso, querellas tras querellas, arpegio tras arpegio y el pasaje se deja escuchar maravillosamente que parece brotar de la voz y las manos mágicas del ejecutante. Y esos acordes como sacados de una vivida alumbre por parte del arpista que tiene la virtud de puntear la prima nutrida de variedades y extrae gota a gota la textura de los bordones.
Reinaldo Armas en esta canción, dedicada al bicentenario del Libertador Simón Bolívar, divulgada en 1983, en la cual esta polémica canción está basada en una contradictoria búsqueda de lo bueno y lo malo de nuestra sociedad y el mundo presente, sobre todo, un deseo de forjar una nueva realidad, un nuevo país, justo, sano e igualitario.
Y ¿por qué no feliz? Donde el bienestar constituya el objetivo fundamental de la sociedad. Canción de sueños, de utopías concretas, de reencuentro con el hombre, la comunidad, la naturaleza, con el futuro. Canción intensamente comprometedora para quienes no están corrompidos, para quienes no están aniquilados por el hastío, la molicie, la desmoralización.
Dentro de la historia ¿de la música popular del llano venezolano, Reinaldo Armas alcanza en estor últimos años un prestigio y una resonancia que no han tenido otros cantantes de igual o parecida jerarquía.
En este pasaje el uso de la variación métrica varía, así como la querencia persistente de la metáfora, la plasticidad del verso y la ruptura de la variedad expresiva, aunado a la cuadratura donde el llanero de adentro lanza sus quejas a la luz de la luna y nos recuerda el canto triste emitido en un tono quejumbroso y monorrítmico, no siempre fácil de reproducir.
El mensaje es el siguiente: ¿Cuál es la dinámica psicológica que hace posible que la inmensa riqueza material de una sociedad se diluya como éter en el aire, que mientras más ingreso recibe la nación, más crece su endeudamiento y más profunda es la fosa para su colapso y pobreza? Como si una nube densa con vapor narcótico hubiera surgido de la nada para enturbiar la visión de lo que está sucediendo frente a nuestros propios ojos. No podemos continuar una historia de justificaciones incesantes.
Todos sabemos lo que está ocurriendo, pero los acontecimientos del momento nos atrapan ensartando nuestro propio vacío psicopático. La locura colectiva nos cautiva y nos arrastra en un espacio de reflexión para evadir la sensación de torpeza, muchos jalab… intentan también nadar en la cresta de la ola. Recemos juntos por la paz del soberano. Y que este país encuentre definitivamente su camino que históricamente le pertenece por derecho propio.