Vamos a comenzar diciendo, para dejarlo claro desde un principio, que, si tengo que escoger entre los intereses de EEUU y los de Venezuela, escojo sin dudar los de Venezuela. Si tengo que decidir entre Trump y Maduro, elijo a Maduro.
Siempre estaré contra cualquier tipo de intervención armada del territorio patrio venezolano y, me parece cínico y ridículo, que quienes ponen sus esperanzas políticas en este tipo de acciones, traten de disfrazarlas de intervenciones humanitarias y de defensa de los DDHH, siguiendo el guion de las justificaciones y racionalizaciones del imperio gringo y sus aliados europeos, para agredir naciones enteras, sojuzgarlas, destruirlas y desmembrarlas. Son una vergüenza nacional.
“Humanitarias” y “defensoras” de los DDHH fueron las invasiones militares de Yugoslavia, Libia, Irak, Afganistán y recientemente Siria, con la destrucción y desmembramiento trágicos de estas naciones, contrarios totalmente a la prédica propagandística. “Humanitaria” es la conducta genocida de la entidad sionista que llaman Israel, contra el pueblo palestino, con cientos de miles de masacrados, incluyendo niños, mujeres y mujeres embarazadas. “Humanitaria” ha sido la explotación inmisericorde de seres humanos, niños incluidos, para la apropiarse de recursos minerales en varios países africanos, por parte de la alianza perversa de EEUU y Europa. Mi rechazo total a este tipo de conductas obedece a convicciones principistas adquiridas desde muy temprano en el desarrollo de mi vida.
En nombre de la libertad, primero; de la lucha anti comunista, después, y de los DDHH y la lucha antiterrorista luego, se han cometido las peores tropelías contra muchos pueblos en el mundo contemporáneo. Y recalco esto, no para explicar mi conducta política al interior de Venezuela, que seguiría siendo la misma independientemente de lo señalado, sino para poner en evidencia la hipocresía y el total descaro de quienes usan la democracia, los DDHH y los de la mujer, nada más para justificar sus acciones perversas. Trump llega para revitalizar y dar aliento a conductas imperiales venidas a menos por la insurgencia de nuevas potencias económico militares y la presencia de Rusia en el escenario mundial.
Quiere rescatar aquello del “destino manifiesto”, de quienes se creen unos elegidos por los poderes celestiales. Como aquellos otros, los genocidas de este siglo, que son supuestamente también el pueblo elegido.
El “pelucón”, como no le debería decir Maduro, pues le resta seriedad y fuerza a su posición antiimperialista, ya ha señalado claramente que quiere expandir el territorio estadounidense con la incorporación de Canadá y Groenlandia, con lo que se acerca al círculo polar ártico; quiere reasumir el control del Canal de Panamá, país y gobierno aliado y claramente subyugados al Departamento de Estado, y terminar de cerrar la frontera con México, con el muro ya construido
parcialmente, al mismo tiempo que expulsa del territorio a todos los inmigrantes ilegales existentes y que, le guste o no, sostienen una actividad económica en EEUU, que necesariamente se va a resentir con estas medidas.
Con respecto a Venezuela ha afirmado que no necesita nuestro petróleo y que analiza no seguir comprándolo, para dejar claro que por esa vía no puede ser presionado. Toma medidas para eliminar las restricciones ambientales, que le impiden aumentar más su producción de crudo, aparte de que la entrega de Siria a Al Qaeda, le hace más fácil y extiende el robo ya existente del petróleo de los sirios. Sin embargo, uno de sus altos funcionarios dijo que “la diplomacia está de
vuelta”, que ha hablado con varios funcionarios del gobierno de Maduro y que comenzarían a reunirse el próximo martes. Trump había dicho con anterioridad, que el ejército gringo permanecería en su territorio, donde tiene sus actividades fundamentales.
En Venezuela, un alto funcionario señaló que la mano del régimen está tendida, para estrechar la mano estadounidense, dentro el marco de relaciones de respeto.
Otro dijo que se quiere retomar la cooperación en materia penal, para la extradición de venezolanos que sean miembros de grupos delictivos. Sabemos que las posiciones estadounidenses pueden cambiar a ser totalmente opuestas en forma intempestiva, dependiendo de circunstancias que puedan aparecer. Pero nos dan una idea de las intenciones iniciales del nuevo gobierno gringo, que no parecen estar en sintonía con los deseos de Uribe de que se invada desde Colombia, ni con el entusiasmo que esos deseos levantan en ciertos sectores opositores del país.
Lea también: La otra oposición