
Primeramente, diferenciemos que es la Bandera Nacional y el Pabellón Nacional. Su contraste estriba en que la primera es el tricolor nacional con las 8 estrellas blancas de cinco puntas en la franja azul, mientras que el segundo es la Bandera Nacional con el Escudo de Armas de la República adherido en la parte izquierda de la franja amarilla, y que se utiliza en contextos oficiales, particularmente en actos gubernamentales, edificios públicos y por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Sabemos que nuestra bandera, desde su creación en 1806 por Francisco de Miranda y su aprobación el 14 de julio de 1811 por el Primer Congreso de Venezuela, tuvo variaciones a lo largo del tiempo, y que fue en marzo de 2006 cuando el Poder Legislativo nacional ratificó el decreto de El Libertador Simón Bolívar, que había ordenado la añadidura de la octava estrella a la Bandera Nacional.
Pues bien, con estas notas vamos a insistir en explicar el origen histórico de la octava estrella, con lo cual debería quedar esclarecido -de una vez por todas- que dicha estrella y su colocación en nuestra bandera no tiene en absoluto ribetes partidistas; y que su creación proviene exclusivamente del genio intelectual del Padre de la Patria.
En efecto, el capitán general de los Ejércitos de Venezuela (grado militar que también le fue conferido a Simón Bolívar en Caracas, el 14 de octubre de 1813) decretó el 20 de noviembre de 1817, en la ciudad de Angostura (hoy Ciudad Bolívar), la incorporación de la octava estrella en la Bandera Nacional, como emblema de la Provincia de Guayana (territorio entonces conformado por los departamentos del Alto Orinoco, del Centro y del Bajo Orinoco -que son los actuales estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro- según decreto de El Libertador, del 15 de octubre de 1817), que fue liberada del yugo realista a finales de 1816.
El mencionado decreto, dice textualmente así: “En el Palacio de Gobierno de la ciudad de Angostura, a 20 de noviembre de 1817. Simón Bolívar, jefe supremo, etc. Habiéndose aumentado el número de las provincias que componen la República de Venezuela por la incorporación de la Guayana, decretada el 15 de octubre último, he decretado y decreto: Artículo 1°. A las siete estrellas que lleva la Bandera Nacional de Venezuela se añadirá una, como emblema de la Provincia de Guayana, de modo que el número de las estrellas será en adelante de ocho. Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provincial del Estado, y refrendado por el secretario del Despacho en, etc”, (Fuente: Archivo General de la Nación).
Con ese acto administrativo de gobierno, el Libertador de América reconoció la gesta emancipadora e independentista de la Provincia de Guayana y el gran valor de esa región en el impulso de la gesta libertaria; cuya incorporación a la bandera no se hizo antes, precisamente por haber estado dominada por los realistas, hasta su liberación por él, a poco de concluir las batallas navales del Orinoco (Asalto a la Isla de Fajardo, toma del apostadero Borbón, la derrota de Rosendo y el Loco de Casacoima, la batalla de Pagayos y la Batalla de Cabrían), entre el 24 de mayo y el 5 de agosto, y en los fortines de Guayana la Vieja o Castillos de Guayana.
En ese contexto, rememórese que antes, el 5 de julio de 1811, siete de las provincias: de Caracas, de Cumaná, de Barinas, de Margarita, de Barcelona, de Mérida y de Trujillo; de lo que entonces era la Capitanía General de Venezuela, declararon la independencia; mientras que las provincias de Coro, de Guayana y de Maracaibo, se mantenían entonces subyugadas por las mesnadas leales al rey ibérico.
Por lo demás, ese decreto de incorporación de la octava estrella, solo tuvo vigencia por cuatro años, por cuanto quedó derogado el 4 de octubre de 1821 por el Congreso de Cúcuta, órgano que tuvo como objetivo la unificación de la Nueva Granada (lo que hoy son Colombia, Ecuador y Panamá) con Venezuela en una sola nación: la Gran Colombia.
Con todo, la añadidura de la octava estrella a nuestra bandera, más que un símbolo representativo de la Provincia de Guayana, fue una aspiración antropológica, histórica, sociológica y política (como ciencia social que analiza las relaciones de poder) de todos los guayaneses.
De modo, que la octava estrella no pertenece a facción partidista alguna, ni revolucionaria ni contra revolucionaria; no tiene color partidista: ni “roja-rojita” ni “azul-azulita”. No tiene clase social, ni de la burguesía, ni del proletariado; no tiene casta alguna, ni civil ni militar; y en el tiempo no es de la “cuarta” ni de la “quinta”, sino de la tercera República.
Es el cumplimiento atávico de un precepto del Padre de la Patria; el reconocimiento y la realización de un evento histórico de suma importancia nacional, que fortalece la identidad, la memoria colectiva y la dignidad de los pueblos de los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, lo que implica su afirmación, igualdad y justicia histórica, redundando en sus derechos e intereses colectivos.
En definitiva, la octava estrella en la Bandera de Venezuela es la realización de un viejo anhelo de los guayaneses, de muchísimo antes de 2006; uno de cuyos primeros impulsores fue el periodista y cronista Américo Fernández; lo que incluso se patentizó antes de ese año, en las ocho estrellas que contiene la bandera del estado Bolívar, diseñada por el maestro del arte cinético Jesús Soto (1923-2005).
Y es que, los guayaneses nos ganamos ese honor de la añadidura de la octava estrella en la batalla de San Félix (de la Campaña Libertadora de Guayana) en el cerro El Gallo de la Mesa de Chirica (hoy municipio Caroní del estado Bolívar), de la que El Libertador -reconociendo la importancia estratégica de Guayana- en carta al coronel Leandro Palacios, del 16 de mayo de 1817, dijo: “La victoria que ha obtenido el general Piar en San Félix, es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en Venezuela”.
Por cierto, rememórese que a partir de esa gloriosa batalla al general en jefe Manuel Piar se le reconoce como: “El Libertador de Guayana”.
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