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sábado, noviembre 23, 2024
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Don Fabio Moncada, un sacerdote

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Me gusta y busco ser amigo de los sacerdotes. En particular los de mi pueblo, Guama. Desde mi temprana edad, fui monaguillo de varios de ellos y, creo haber confesado por este medio aquel deseo de ser sacristán posición esta que, no pude lograr a pesar de los intentos realizados tanto en Guama como en Betijoque, un noble y poético rincón del estado Trujillo dónde cursé estudios de quinto grado de la llamada Educación Primaria.

Así, por esas circunstancias y por la fe que profeso, siempre he tratado de mantenerme cerca de los sacerdotes de mi pueblo.
Debo decir que, considero que hemos tenido ¡buenos sacerdotes!. De ellos tengo dulces y agradables recuerdos. Hoy, quiero recordar a Fabio Moncada Ángel, un joven sacerdote colombiano que ejerció su sacerdocio en nuestra parroquia y se integró a nuestra comunidad como un miembro más de ella. Lo recuerdo por su humildad e inteligencia. Me agradaba conversar con él, era muy ameno aunque un poco tímido. No rehuía temas; aún los llamados embarazosos. Recuerdo aquel color rojo en su cara cuando se trataba de preguntas complejas y sin perder compostura, las respondía con una paz y serenidad angelical. Sus misas eran amenas, sus relaciones con la población eran cordiales.

Acostumbraba a ir a su patria en un receso anual que tomaba, creo que entre agosto y septiembre. El viaje lo hacía por tierra manejando su vehículo azul y al regresar se incorporaba a sus actividades. Me gustaba preguntarle sus impresiones del viaje y siempre respondía algo así como: Usted, no tiene idea de lo desconsiderada que es con este sacerdote la Sierra de Santa Marta; pero esa señora no pierde su encanto. Siempre he recordado al padre Fabio. Un gran sacerdote y buen amigo.

La última vez que nos vimos, ya no era párroco de Guama. Nos encontramos por coincidencia en el centro de Caracas, nos abrazamos y según sus palabras me dijo, que: No olvido mis dulces días en Guama. Nos sentamos en la mesa de una cafetería y en una larga conversación, me informó que trabajaba con la Diócesis de Los Teques y de sus proyectos de irse a Puerto Rico. Todo ocurrió entre varias tasas de café ante la risa del joven mesonero que le llamó la atención el número de tasas consumidas. No volví a verlo.

Hace una semana, mi amiga Dinorah Puertas, me informó que mantenía contacto con él y que estaba muy delicado de salud. Hoy, mi cuñada Eddy Luz, comenta que le extrañó que no le contestaba el saludo enviado el domingo 4 de agosto y Dinorah, le informó que, había fallecido el jueves 1 de agosto. Lamento su fallecimiento, era buen hombre y amigo; lo recordaré como un bien que vivió entre nosotros y, nunca dejaré de agradecerle el final de nuestra conversación ante aquellas tasas de café cuando me dijo que, apreció mucho a mi fallecida, madre, que la asistió hasta el final y que, ella murió consciente del difícil momento que vivía y que se fue agradecida de sus familiares y en paz. Hoy al recordarle con gran cariño, confío en que a nuestro Padre Fabio, lo haya recibido nuestro buen Dios como uno de sus hijos amados. Paz a sus restos.

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