¿Te has preguntado, quién eres realmente?, ¿Alguna confusión interna que tenga que ver con tu identidad?, ¿Tienes el carácter y la suficiente entereza como para discernir el cambio drástico e imprevisto de tus decisiones por influencias y opiniones externas?
Parte de la vida del ser humano es conocer sus limitaciones; aún consciente de esta anomalía, definida por algunos profesionales en psicoanálisis como «ser voluble». «Rasgo inequívoco de la personalidad, un síntoma de trastorno mental depresivo», pero según especialistas no procede como condición irreversible.
Se supera en la medida del esfuerzo que hagamos en fortalecer la estabilidad emocional y la fuerza de voluntad para mejorar la capacidad de compromiso. ¿Por qué es fundamental esa nueva actitud? Debido a que aprendemos a encender la chispa del pensamiento crítico, se logra disciplina tanto a nivel personal como profesional, y fortalece nuestro carácter y firmeza en nuestras decisiones.
Afortunadamente, la condición de volubilidad en el ser humano es una fuente de ideas creativas y originales, que si logramos apaciguar y ordenar, habremos resuelto las inconsistencias en las relaciones interpersonales y la falta de reflexión antes de tomar decisiones por básicas que sean.
Debo señalar, especialmente a los creyentes en Dios, que el ser voluble afecta negativamente la relación con él. ¿Razón? Porque no hay fidelidad (conexión real con Dios) ni perseverancia (no hay confianza permanente en la fe).
Esta actitud genera dudas e incertidumbre, evidenciando no solo la falta de compromiso y firmeza en la fe con Cristo, sino en la lucha contra el pecado. Santiago 1.8: «El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos». Hasta otra Travesía…
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