I
Mi destino está en las manos de Dios
II
Preferiría morir hoy que vivir con esta muerte otro día
III
Dios me confesó que era ateo
IV
Una tumba es un palacio muy privado donde uno está verdaderamente a salvo.
V
La justicia no puede permanecer en la tumba a descansar de nuevo entre los muertos
VI
Anoche escuché mi grito y me desperté. Era mi grito.
VII
En la fábula de Esopo entre el Sapo y el Alacrán, la moraleja es que la naturaleza puede parir alimañas y el descarrio moral a organizarse para avergonzar al homo sapiens, y en la que la condición humana se reduce a un caldo de protozoario. Maltratar con la sonrisa llena de moscas, una nariz agusanada y ojos que eyectan liendres, está por debajo de la dignidad de cualquier ser vivo. La catadura moral del alacrán en esta fábula es mejor que la mafia, que no reclamaba ninguna calificación ideológica para robar y asesinar; no se enmascaraba en un seudo discurso político y sus miembros se asumían como lo que era sin más. A pesar de esto tenían un código de ética inviolable. No agredían mujeres ni niños, y a un conocido gánster de Chicago lo ajustició su propia banda por matar la mujer de un pandillero enemigo. Dilinger, Al Capone, Genovese y Luciano establecieron: “El que se mete con las mujeres, incluso con la del enemigo, lo paga”. Era un código de honor que quien pertenece al vertedero demagógico no puede entender: Con alevosía incomparable, reptante que hace parecer lores a humildes siete cueros lanzan sus cargas de resentimientos acumulados en tantos años de recoger basura, con la orden de una figura contrahecha por el exceso de proteínas, especie de hecatónquiro con cerebro de lombriz que golpea y golpea, lo único capaz de hacer.
VIII
Él se creía un escritor genial, pero su ego de grandeza se hizo tan grande que su pluma colapsó y se convirtió en un cagatinta.
IX
Los que se aferran al poder en Venezuela y carecen de capacidad, virtud, lucidez, imaginación, honradez y audacia para gobernar; deberían renunciar y optar por administrar el basurero de Jaime.
X
Era tan pusilánime, genuflexo y alabardero que en un programa de radio se autoproclamó como el incomparable sobador de escrotos.
XI
Los estíticos mentales, esos revolucionarios de pacotilla deberían ir con mayor regularidad al baño, haber si pueden crear una idea.
XII
Un poeta irreverente del siglo cero caminaba por la Avenida Libertador de San Felipe, se tropezó como un politicastro de oficio y lo mandó al carajo.
XIII
Las arpías del poder deberían parir 50 hijos para ver si tienen sensibilidad
XIV
Ella lo amaba y deseaba tanto que sollozaba en las frías madrugadas de insomnio. Pero el amor también es algo que muera y cuando muera se pudre. Pero puede servir de humus para un nuevo amor. De tal manera, que el amor ya muerto continúa viviendo una vida secreta en el nuevo amor. Y de allí nos encontramos con que el amor es inmortal.
XV
Al final el círculo se cierra: la poesía contra la muerte, Dios contra el Diablo, el amor contra el odio, la paz contra la guerra, la locura contra la sensatez y por siempre una mujer que nos conduce “tan solo quiero un cubículo, una botella y una mujer para vivir en paz con mi destino. Los demás que se coman su dinero.