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sábado, octubre 5, 2024
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Cuarto Oscuro: Un país increíble

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A la carta: Si hay coerción o no en la firma de la carta sobre el acato de la decisión del TSJ por parte de Edmundo González, sería motivo de un gran debate, que no es el caso de este inciso, además, la subjetividad priva en cada visión proselitista. Lo que sí es curioso es el signo de todo este proceso, de parte y parte; en formas, muy alejado de la política y de la negociación y el diálogo. Si bien es indudable que los resultados que se habrían producido del 28J, por más que se quieran refrendar con una sentencia jurídica, están opacados por la vulneración de procedimientos elementales, a entender, aún en deuda con el país, eso de un exilio en España o el aislamiento internacional a toda voz por el Gobierno, ¿a quién conviene? ¿Otro interinato? Por favor, no. Y, esa tesis de los BRICS, es solo eso, una tesis, y no es ningún halo de invulnerabilidad económica futura (favor recordar a MERCOSUR), luego Venezuela necesita de la globalidad para recuperarse.

Un recordatorio a la UE: La Unión Europea reconoce a Edmundo González como presidente electo de Venezuela. ¿A quién conviene este reconocimiento? Si miramos el caso Guaidó, el principal favorecido fue el gobierno de Maduro, amén de los desastres que hizo el jugador de pádel en componenda con la dirigencia opositora para convertir el fanatismo en desprecio. Una de las cosas que se debe tener en cuenta en una negociación, es el reconocimiento de las partes. No debe resultar ningún escándalo que un político en Venezuela, sostenga que reconoce las instituciones del Estado. En caso de no reconocerlas, ¿cómo se inscribe en una institución como el CNE y después envía un abogado a otra como la Fiscalía General? Ese reconocimiento es efectivo en la práctica, aún con las observaciones a las que hubiera lugar. En este caso, ¿no haría falta más prudencia por parte de la UE?, ¿otra vez con la misma piedra?

Ya casi país: He visto cosas increíbles en la política venezolana, y, conceptualmente hay sucesos que retan toda lógica. Una cuenta en una página web hace referencia a la “liberación” de Venezuela y pide dinero para tal causa. ¿De qué se trata ese plan?, ¿en qué consiste esa recolección?, ¿cuándo se reúna el monto qué sucedería? Cada una de estas dudas no llevan a una repuesta racional. Y es que ayer, jueves 19 (momento en el cuál escribía esto), veía una declaración de Iván Simonovis donde puntualiza que él no es responsable del sitio ni de la iniciativa, sino Erick Prince; él, Simonovis, es solo un actor que hizo un video para la causa. ¿No va ni una semana de la proeza pedilona y ya hay un desmarque? E insisto, ¿de qué se desmarca Simonovis cuándo en su video se le vio tan convencido? Si yo grabo un video para una causa, mínimo debería saber cuál es la misma. Por mucho radicalismo que se profese, una propuesta innombrable, es terrible e irresponsable.

Algo creíble: El Gobierno nacional debe hacer algo, con urgencia, en cuanto al dólar. El tema no es solo que haya unos comerciantes vivos que pesquen en el río revuelto del diferencial cambiario entre el dólar oficial y paralelo, sino que, en la práctica, el valor oficial es sólo un referente de cálculo porque hay una contracción del circulante de divisas que, precisamente, se refleja en esa distorsión de precios, la ecuación simple de la oferta y demanda. Creo que una restricción tan ortodoxa del mercado de divisas es como cocinar en una olla de presión en mal estado, algo completamente volátil. Aquí no se trata de patriotismo financiero, ni otros delirios, ya que sabemos la suerte que corrió la cripto ilusión llamada petro. La confianza de una moneda es su sustento vinculado al sistema económico, no lo material que yace en el país que la imprime. ¿Por qué se insiste en quebrantar reglas milenarias de la economía?

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