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jueves, octubre 10, 2024
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Crónica sobre las elecciones en Guama

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Se acerca el día en que los venezolanos vamos a elegir a el Presidente de la República, es decir, estamos en época de elecciones. Es un día de materialización de sueños para los venezolanos. Estamos llenos de ilusiones por el resultado que esperamos ese día.
Ese día, como en elecciones anteriores, la vida en Guama se desarrollará en medio de una paz cotidiana. Ese día, acudiremos a las urnas, haremos la consabida cola que al organismo electoral le ha dado porque sea a pleno sol, en la calle, mientras los lugares de votación tienen sus amplios espacios techados y vacíos.

Será un día de emociones, votaremos como siempre, en un ambiente de paz y cordialidad. Los días previos a las elecciones, tienen sus atractivos. Son días en que somos visitados por múltiples dirigentes nacionales y regionales que tratan alimentar nuestros pensamientos.

Personas del pueblo, de los campos, participan en las actividades proselitistas propias de una campaña electoral.

Ese lapso electoral en los últimos tiempos se ha caracterizado por la bárbara e incivilizada invasión de los equipos de sonido que, atormentan y alteran nuestra paz cotidiana. Son residuos que le quedaron al mundo de las estrategias utilizadas por el tristemente celebre doctor Goebbels en territorio alemán.

En nuestro fértil valle, elegimos a nuestros representantes, civilizadamente. No obstante, en esa dulce cotidianidad ocurren episodios domésticos que muestran nuestra fraternal manera de vivir y vale la pena recordar.

El día de las elecciones, en las que resultó electo el doctor Luis Herrera Campins como presidente de la República, después del anuncio del amanecer, cuando durante un lapso aproximado de media hora el cantar de los gallos y una que otra guacharaca, indican que llega un nuevo día.

Después del consuetudinario trinar de los pajaritos que nos anuncian que ese sol de vida se apodera de este mundo de Dios, cuando en nuestros fogones se prepara el sabroso café mañanero y se origina la indescriptible mañana.

Pasó, como todos los días, por la farmacia El Carmen el poeta don Antonio Sánchez y don Julián Rivero, dueño de la farmacia, eran buenos amigos y a diario se decían cosas graciosas sobre la vida del pueblo. Es decir, se echaban bromas, que consistían en los pareceres individuales que indistintamente se dedicaban pero, en verso.

Debo decir que era normal ver pasar a don Antonio Sánchez, temprano en esas mañanas, declamarle un verso a don Julián o viceversa. Así, un día don Antonio pasa apuradito y don Julián le gritó: “Con tu caminar tan recio, / lleno de apuros, sin precio,/ ligerito va un amigo/ y no le abren ni los postigos”.

Don Antonio se quitaba el sombrero pelo ‘e guama que cargaba y se reía; mientras golpeaba el sombrero contra sus muslos. Seguía su camino calladito, sin mirar atrás y no contestaba.

Ese día, más tarde, regresa don Antonio y no había clientes en la farmacia, estaba sola, apenas se encontraba don Julián. Así, cuando observamos que don Antonio viene de regreso, un grupo de amigos nos acercamos a esperar la respuesta en verso para don Julián que no se hacía esperar: “El año, tiene días fríos/ el año, tiene días calientes / hay una farmacia en Guama /que no le llegan los clientes”.

El tiempo pasa, cada día escuchábamos el saludo de don Julián en verso al subir don Antonio Sánchez, y la respuesta de don Antonio a este en verso al bajar por el frente de la farmacia.

La mañana de las elecciones referidas, pasó don Antonio Sánchez calladito, apenas saludó con unos tímidos: ¡Buenos días, don Julián! El poeta campesino se dirigía a las mesas electorales y ya se sabía su preferencia por el doctor Herrera Campins, y la de don Julián por el otro candidato. Don Julián contestó: “Serán pa’ ti”.

La tarde llegó a su fin y dio paso a una noche estrellada que exhibía una luna redonda y limpia. Antonio Sánchez regresaba del escrutinio, venía contento pues su candidato había ganado las elecciones, y parece que había brindado un poco. Al pasar por la farmacia no se detiene, simplemente saluda a don Julián sin mirarlo y le dice: “Allá arriba pasó algo,/ todos andan de carrera/ caramba, don Julián/ ¿no será que ganó Luis Herrera?

Y sin mirar para la farmacia, se quitó el sombrero pelo ‘e Guama, lo golpeaba en sus muslos y…, siguió su camino muerto de risa. Don Julián salió apurado de la farmacia, se paró en la acera y le gritó: “Ya sé que te andas meciendo/ en los brazos de un gigante/ Ojalá que cuando caigas/, consigas quien te levante”. Ahí, don Antonio Sánchez volteó la cara privado de risa, mientras don Julián hacia lo mismo.

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