La comunidad católica en Yaracuy celebró este domingo con mucha esperanza, fe y fervor la solemnidad del Corpus Christi, esto a través de diversas actividades netamente religiosas en las que participaron niños, jóvenes y adultos.
En los diversos templos católicos del estado estuvieron desde temprano reunidos y unidos en oración. En algunas iglesias no solo realizaron la tradicional misa, sino también procesión y encuentros entre la feligresía, lo que fue un complemento a la fe y al amor a Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
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En la Catedral de San Felipe, luego de la eucaristía, sacerdotes, monaguillos y creyentes, entre otros, salieron a bendecir a todos los hogares, donde fueron esperados con altares, sagradas imágenes, globos y en especial con fe.
En el recorrido realizado por las principales calles y avenidas adyacentes a la Catedral, Alberto Gabriel Túa, ministro extraordinario de la comunión, resaltó la importancia de esta fecha para la comunidad católica.
«Estamos celebrando la solemnidad del Corpus Christi, cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo. Todos los años celebramos esta gran fiesta para los cristianos católicos del mundo entero, celebramos que Cristo quiso quedarse con nosotros en la última cena, en ese pedacito de pan y un poco de vino», dijo.
Añadió que en esta fecha especial pedían por la paz del mundo entero, en especial en medio de las guerras y dificultades.
«Pedimos que nos alimente con ese cuerpo y sangre para darnos la fortaleza en medio de ese mundo que se ha olvidado de Dios. Que en esta solemnidad aprendamos a valorar lo que Cristo nos dejó«, añadió.
«Todos los años acompaño a mi familia a la Catedral en esta solemnidad, esto se convirtió en una tradición», dijo una de las creyentes, quien aseguró que este año acudió con fe a agradecer a Cristo por todo lo bueno que ha hecho en su vida.
En otras iglesias del área metropolitana estuvieron a casa llena. En esta oportunidad, fueron muchos los jóvenes de las diversas agrupaciones religiosas y de las catequesis que se sumaron a celebrar la presencia real de Cristo en la eucaristía.
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