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jueves, marzo 6, 2025
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Luis Fuenmayor…  El Maga

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Make America Great Again (Maga) sintetiza el objetivo de la política que Donald Trump está instrumentando actualmente como presidente de Estados Unidos, un país sin nombre propio y que, por ello, se atribuyen el nombre de América, y el gentilicio americano. Como siempre, se apropian de lo que no les pertenece, por la vía de las armas, de la compra de voluntades, de la propaganda y de la existencia de gente dispuesta a arrastrarse ante su inmenso poder.

Es todavía la gran potencia mundial, a pesar de sus actuales dificultades económicas y de la emergencia de nuevas potencias, militares y económicas, en distintas partes del mundo. Es falso que se esté derrumbando, como oímos muchas veces decir a quienes creen que los deseos empreñan. Los imperios caen, es cierto, pero no lo hacen de un día para otro, sino que pueden tardar décadas y a veces siglos en derrumbarse.

Maga significa regresar a tener la gran potencia económico militar del pasado, pero en las condiciones de desarrollo del presente, y Trump ha llegado para hacer realidad ese sueño, lo que a su vez requiere que no existan limitaciones ningunas, ni poderes exteriores que le impidan o dificulten ese cometido.

Por eso Trump es antiglobalista, pues rechaza las instituciones supra nacionales. Para él, la máxima autoridad es el Estado-Nación soberano y concretamente EE UU; nada ni nadie por encima del mismo. Interviene la Usaid, sanciona a la Corte Penal Internacional y se retira de la Organización Mundial de la Salud, del Acuerdo de París sobre el cambio climático, del Consejo de DD HH de la ONU y estudia su retiro incluso de las Naciones Unidas, cancelando el permiso para que su sede esté en Nueva York y eliminando el carácter diplomático de sus funcionarios.

El globalismo tiene una lógica distinta: la existencia de intereses y normas supra nacionales, la democracia liberal como patrón a ser adoptado por todos y a EE UU como patrocinador y defensor de este orden, al cual, por supuesto, se supedita.

Trump rechaza la posibilidad de un mundo único con un solo gobierno, a menos, pienso yo, que él lo encabece. Cero internacionalismos, cero valores universales, ni democracia mundial, ni DD HH. Es un antiliberal.

Rechaza el relativismo, la ideología de género, la legalización de las “perversiones” (el aborto, el matrimonio igualitario, la familia transexual) y defiende al hombre blanco, cristiano y patriota. Es contario a todas las prácticas de EE UU desde 1980. Contrario al progresismo liberal, que rompe con los lazos y obligaciones sociales del ser humano, con su sexo e incluso con su naturaleza humana (ciborg y el post humanismo).

Trump ha empezado a desmantelar el mundo global. De lograrlo, nos debería llevar a un mundo sin polos de desarrollo, en el que sin ningún poder único diferentes civilizaciones se desarrollarían. Lo harían los chinos, los indios, los japoneses, los rusos, tigres asiáticos, los africanos, los iberoamericanos, los europeos, los islámicos. Sería la consecuencia lógica, pero Trump no es totalmente consecuente con los postulados que defiende.

No quiere el mundo global existente, porque sabe que lo limita, pero tampoco quiere la multipolaridad (barbarismo lingüístico) que surgiría al acabar con la globalización. La acepta a regañadientes, como apuntan las últimas declaraciones de Marcos Rubio, que reconocen su existencia. Pero, Trump prefiere la unipolaridad estadounidense dentro de nuevas perspectivas de relaciones y hegemonías.

Nada nuevo bajo el sol: “América first”. Y, recordemos, para ellos América son ellos.

La Unión Europea, como organismo supra nacional, no tiene las simpatías del presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Prefiere que surjan de nuevo las naciones europeas soberanas con sus fortalezas, lo que le eliminaría la competencia de una Europa unida.

Peligro hasta ahora muy bajo, pues los europeos, y me refiero a sus gobiernos, han demostrado una sumisión ante Estados Unidos, que haría palidecer al Presidente de Panamá José Raúl Mulino, cuando dio sus primeras declaraciones, luego de reunirse con Marcos Rubio.

Trump cree en la hegemonía de Estados Unidos. Tiene varios problemas que debe atender y resolver para seguir adelante. China, por su autonomía, competencia económica y diplomacia en prácticamente todo el mundo. Se acercará a India como contra balance. Rusia, aunque no es un problema apremiante, es un competidor peligroso por su poderío militar y coincidencia en lo que al estado nacional soberano se refiere.

El Medio Oriente, con todas sus contradicciones, enfrentamientos y afinidades, en donde actúa la entidad sionista genocida que llaman Israel, que para Trump es un aliado muy querido, por lo que los palestinos, Irán y el mundo chiita son sus enemigos. Tendrá que poner atención a los Brics+ y a Hispanoamérica, pues sus agresiones a Panamá y a México no pasarán desapercibidas. El, se escondió entre las vasijas cuando lo buscaban para que se convirtiera en rey. Ester y Mordejai hicieron lo mismo al hacer su trabajo de salvación.

Lo que es Chivacoa con sus Carnavales Turísticos no lo podemos perder por el albedrío de sodomitas y gomorritas y de aquellos que lo han permitido. No nos lamentemos por las posibles ocurrencias de casualidades, eventos fortuitos y coincidencias: el rol de Dios está oculto, su mano es invisible. Divirtámonos de forma feliz, eso sí, procuremos estar en el lugar correcto para que el manto del Creador nos arrope.

Lea también: Luis Fuenmayor Toro… Interrogantes incómodas

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