
El fundamento cristiano frente a Dios es el amor a Dios, al prójimo y el agradecimiento diario por su presencia en nuestra vida. Esta pasa, sin duda, en primer lugar por la aceptación misma de su naturaleza. Nada fácil en los tiempos que corren ni para aquellos que manifiestan creer solo en lo que acusan sus capacidades y habilidades.
Cuando delegamos nuestros propósitos, objetivos y metas en el Creador, es porque tenemos la convicción y la confianza plena, de allí que permitimos que sea nuestra guía aún en circunstancias de caos, contamos con su ayuda incondicional.
Crean que discernir el significado del amor a Dios no es nada fácil. Prefiero utilizar el término confianza. ¿Razón? Por ser bondadoso, por su carácter expresado en su palabra, porque en él no existen límites, por su gran misericordia y, entre otros, por su ayuda incondicional.
Se puede además describir en tres puntos principales: en la creación, en el sacrificio de su hijo y en su promesa de no abandonarnos nunca. En este contexto, quiero dar respuesta a más de uno que manifiesta ser fiel a Dios, pero que al momento de una desgracia lo responsabilizan.
Proverbio 13.15: «El camino del transgresor es duro». «Conforme a tu fe, será hecho». Depende de nosotros que la misericordia de Dios se manifieste en nuestra vida.
Para concluir, el compromiso cristiano, podemos inferir en la confianza y la obediencia, honrar a través de la oración y las buenas obras, lo cual todo esto implica el reconocimiento del Creador como fuente de vida.
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