spot_img
lunes, agosto 4, 2025
InicioOpiniónTrago Amargo...Venezolario

Trago Amargo…Venezolario

- Publicidad -

Una aplicación para teléfonos inteligentes llamada “Venezolario”, se ha convertido en todo un fenómeno para nuestro gentilicio. El programa trata de las diferentes y típicas acepciones de las palabras que, de acuerdo a cada región, hacen de nuestro idioma castellano, una mezcla curiosa y rica con sus venezolanismos.

Es muy interesante, sobre todo para las nuevas generaciones, saber que la chancleta, por ejemplo, tiene al menos cuatro acepciones que varían de acuerdo a la región. Ni decir de la versatilidad de algunos vocablos, que pueden ser muchas cosas diferentes y hasta contrapuestas, de acuerdo a los contextos variables.

En fin, es una excelente iniciativa que debería ser celebrada por todos, dentro y fuera del país, porque es un reencuentro con nosotros mismos y una verdadera intersección entre generaciones, unidas por nuestro argot y particular riqueza lingüística.

Sin embargo, Venezolario, sin pretender serlo, también se convierte en una pieza de sociología y de psicología, ya que permite que afloren los más infantiles fantasmas en algunos, la más extrema fragilidad en otros, la paranoia llevada a nivel semántico, literalmente hablando.

La propuesta de los hermanos Kanzler, venezolanos de origen germano, sin querer queriendo, pasa de ser un inobjetable éxito, a convertirse en un dardo directo al progresismo y sus escudos de cristal, ya que la reacción de algunos coterráneos parece haber sido una crisis de desnudez e identidad para la cual no estaban preparados.

Ya no es la cédula o el pasaporte lo que legalmente sostiene nuestra nacionalidad, no. Ahora son los niveles y los yerros en Venezolario los que atentan contra el nuevo gentilicio, ese que, en su polaridad y pobreza verbal, solo admite que “el coso sea la cosa con la cual se define la cosa esa que parece otra cosa, el cosito ese, ya saben, el coso”.

Que Venezolario sea entretenimiento, es indudable, pero que su basamento sea la cultura general, también lo es. No obstante, la batalla cultural por mayores niveles de conocimiento no se puede librar reduciendo las exigencias, como parece ser la propuesta progresista general con la educación, porque en definitiva de eso se trata.

Ignorar las respuestas de Venezolario se combate, según estos mentecatos, atacando la aplicación, no aprendiendo más sobre nosotros, no preguntando a otros, no reconociendo que podría ser igual de grave no saber lo que es la naiboa como no poder distinguir cuándo fue la Batalla de Carabobo o el nacimiento de Simón Bolívar, y que no por ello, la mejor solución sería fusionar junio y julio con “junlio”. La ignorancia más grave es aquella que no se reconoce.

Por ello, los detractores de Venezolario, son incapaces de disfrutar tan genial forma de cultura, tan enriquecedora representación de la fortuna que le aportamos al castellano. Los infamadores del programa hacen como todos los progresistas: atacan el conocimiento como forma de generalizar la superficialidad.

Cuando la barrera del conocimiento es tan evidente como infranqueable, entonces atacan con lo que tengan a la mano: es una aplicación disgregadora del pueblo venezolano; sus creadores no son venezolanos (y los son, tan criollos como cualquiera); algunas palabras son inventadas (y lo son, pero por generaciones precedentes); que ese es lenguaje de malandros (como si un lenguaje tiene límites morales para su uso); que estamos al borde de una Tercera Guerra Mundial y acá estamos, jugando a las palabritas de nuestros abuelos.

En fin, una autoflagelación impuesta porque la cosa es sufrir y alterarse por lo que sea, quebrarse aún adultos, al estilo adolescente, porque para la conformidad del oscurantismo, es mejor reducir lo que debería saberse, a solo lo que se sabe.

Venezolario, apartando las voces del calvario progresista, es la demostración inequívoca de la inventiva y del talento venezolano. Es la prueba de que aún, en medio de múltiples dificultades, hay gente que mantiene encendidas las lámparas de la fe en el conocimiento, incluso como forma de diversión.

Leer también: Una semana más

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Últimas entradas

lo más leído

TE PUEDE INTERESAR