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viernes, julio 25, 2025
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Notas desde Farriar…El panteón de un amor que muere

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Hay un punto de partida en la creación de la salsa que no quiero dejar pasar inadvertido, y no es otra cosa que de vivir intensamente con las circunstancias en sus mínimos detalles. Porque en su sentir, la salsa amorosa nunca se escribe ni se vive de propósitos.

Luego, si esa experiencia es valiosa y concuerda con los lineamientos temáticos propuestos, ha de surgir el trazo rítmico – melódico. Esta confesión, nada desdeñable, es un elemento sustancial para la comprensión de la salsa amorosa, y adjudicarle, exactamente, el carácter de obra resuelta que bulle y palpita en el corazón del Caribe.

La salsa amorosa, es una forma general de decir que el género es un común denominador del amor. Es la forma más precisa y milimétrica de conquistar el corazón de una mujer por medio de una experiencia rítmica – melódica.

Con una salsa de desarraigo amoroso podemos alegrar o entristecer un corazón dependiendo del contenido de su letra; se expresan los sentimientos, las emociones, se aumentan o se disminuyen los lazos afectivos, se despide, se enamora, se repudia, se describe lo que se anhela o lo que no queremos que siga a nuestro lado, lo que se espera, lo que adoramos, lo que sufrimos; es decir, la salsa amorosa es un género musical que tercia en la vida sentimental de las personas, ya sea para acercar o alejar parejas, con la salsa el pueblo puede expresar cantando, de forma romántica y poética el mensaje que se quiere decir, es lo que podríamos llamar el grito de angustia y desespero que se lanza cuando se vive al lado de la persona que no es la que entiende los sentimientos de un ser que se ama.

Es el momento en que el mundo se derrumba a los pies, todo se desploma y con pesadumbre se sigue el camino que, con el paso del tiempo, tal vez se cierre la herida o perdure por siempre en lo que termina en un amor no realizable. O de todo aquel que atraviesa por el momento en que su pareja corta unilateralmente la relación que los unía en forma íntima.

Aunque la salsa amorosa exalte la melodía rítmicamente y en los compases y acordes se abrace con el montuno, la canción no pierde el objetivo que se intentó lograr.

Este mensaje en la música popular afro-jibara antillana y caribeña lo plasmó la orquesta Zodiac con un son guaguancó amoroso, me refiero a la canción: Panteón de Amor, donde el mensaje no rompe en ningún momento el equilibrio creador de la canción y cumple su cometido con el canto radicalmente salsoso de José Luis Viscarrondo, que en un intervalo de 35 segundos de la canción en el montuno el ritmo se suelta al unísono como un vendaval de estrellas.

Una canción de toque contínuo donde el montuno grueso, apoyado por la sonoridad bárbara de los trombones, que crean espontáneamente patrones con densidad rítmica. No obstante, hoy encontramos orquestas de salsa haciendo unas tragedias musicales en ritmo, melodía y composición.

Desplazaron la tensión sónica, el poder rítmico y la fuerza de los arreglos para dedicarse a componer unas letras mediocres de poco contenido lírico y poético. Se perdió la esencia del montuno grueso, la rabia de los trombones que tanto prestigio y reconocimiento le dieron al movimiento salsero.

¡Atácala mandrácala que ella cae, maribelemba que ella cae si le echan semillas a las maracas pa’ que suenen: chá cuchá – cuchú – cuchú – cuchá. Y para qué cantar el sufrimiento cuando el amor sufriendo deja.

Panteón de Amor
Un hombre que iba por un camino
que quizás a su casa le conducía
llevaba consigo una pala
y a mitad del camino… un hoyo abrió.
Yo que por allí caminaba
vi cuando algo a enterrar disimulaba
me le acerqué y le pregunté:
¿Qué entierra usted? Y él me contestó: entierro el amor que le tenía
a la ingrata aquella llamada María
que cuando yo me iba
con otro se veía… (bongó).
Era tan grande el amor
que tenía en su corazón
que él solo en un día hizo un panteón.
Panteón de amor y de agonía
Panteón de luto y melancolía
tan grande fue el amor que yo sentía
que enterré mi amor y enterré mi vida
(Montuno)
Que él solo en un día hizo un panteón…

Yo también vi cuando el poeta Felipe Rojas enterraba su gran amor en un rincón del alma frente a la última rockola, y dándose él vuelta, se percató de mi presencia, me miró fijamente y me dijo con voz melancólica: “¡Quién te dio vela en este entierro Dixon!”.

Leer también:En Farriar estoypensando en ti

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