
El cantante y fundador de Black Sabbath, Ozzy Osbourne, murió este martes a los 76 años El afamado artista había brindado su último concierto el 5 de julio en el estadio Villa Park, en Birmingham, en un evento benéfico titulado “Back to the Beginning”. Osbourne padecía Parkinson desde 2004.
La familia emitió un comunicado sobre el fallecimiento del cantante, al que accedió Sky News y replicó Reuters. “Con más tristeza que las palabras pueden expresar, informamos que Ozzy Osbourne falleció esta mañana. Estaba con su familia y rodeado de amor. Pedimos a todos que respeten nuestra privacidad», expresa el documento.
Nacido el 3 de diciembre de 1948 en Birmingham, Inglaterra, Osbourne alcanzó reconocimiento internacional como vocalista de la banda Black Sabbath, formada en 1968, considerada una de las pioneras del heavy metal.
Su participación en discos como Black Sabbath (1970), Paranoid (1970) y Master of Reality (1971) fue clave en la consolidación del estilo del grupo, caracterizado por una sonoridad densa y letras vinculadas a temas sociales.
En 1979, tomó la determinación de separarse del grupo debido a problemas personales y comenzó una carrera solista. Su primer álbum, Blizzard of Ozz (1980), tuvo una destacada recepción comercial y crítica, y marcó el inicio de una etapa que incluyó múltiples discos, giras internacionales y colaboraciones con músicos reconocidos.
En paralelo a su carrera artística, su vida personal tuvo una gran exposición mediática, especialmente a partir de los años 2000, cuando participó junto a su familia en un reality show conocido como The Osbournes.
Desde 2019, enfrentó problemas de salud vinculados a la enfermedad de Parkinson, lo que lo obligó a cancelar presentaciones y reducir su actividad pública. Su última actuación había sido hace dos semanas atrás en el Reino Unido, donde se reunió con los integrantes originales de Black Sabbath en un evento benéfico.
El destino de un chico problemático
La acidez de su humor, su capacidad para instalarse como paradigma de los excesos y como un príncipe de las tinieblas hizo que su fama trascendiera épocas y generaciones. El personaje y su música sostuvieron un correlato que encantó a sus seguidores. Se convirtió en un personaje carismático, capaz de imponerse como líder de un movimiento que no buscaba líderes, pero que aceptó a un referente con sus características.
A los 14 años quedó fascinado con el tema “She Loves You”, de The Beatles. Pero si hubiera seguido ese rumbo estético, probablemente no habría tenido la misma trascendencia. No fue de un día para el otro que encontró su verdadero horizonte. Dejó la escuela a los 15 y no fue para convertirse en un nuevo beatle, sino para ganarse la vida en la Birmingham de aquellos años sesenta.
Fue asistente de plomero, trabajó en una fábrica de herramientas (el mismo rubro en el que trabajaba John Thomas, su padre) y en un frigorífico. El hurto pareció mejor negocio, aunque su carrera delictiva duró muy poco. Con la sustracción, apenas, de objetos menores, terminó en la cárcel. Y ante la imposibilidad de pagar la fianza, pasó dos meses en la prisión de Winson Green. En algún sentido, su padre había vislumbrado el destino de su hijo el día que le dijo que haría de su vida algo importante o terminaría en la cárcel. Ozzy cumplió con los dos mandatos. En realidad, hizo algo importante y lo de la cárcel fue algo realmente pasajero que le sirvió para saber que no era lo más conveniente para su vida.
Quería cantar, y terminó, a finales de los sesenta, en la banda con la que se hizo conocido. Forjó un estilo, ganó fama y luego culminó esa etapa en los peores términos con sus compañeros de grupo, que convocaron a Ronnie James Dio para que ocupara su lugar.
Entre las decenas de anécdotas en torno a su vida, generalmente regadas por el alcohol y las drogas, hay una que retrata la escena de pelea en la habitación de un hotel, entre los integrantes del grupo. El guitarrista Tony Iommy aseguró que más de una vez se agarró a golpes con Ozzy cuando el cantante bebía demasiado. Una de las situaciones más extremas que vivieron fue aquella del hotel, cuando en medio de una pelea entre Ozzy y el bajista Geezer Butler, Iommi intentó separarlos, Osbourne le arrojó una mesa y el guitarrista respondió con un puñetazo en la mandíbula que lo dejó inconsciente.
Recién comenzaban los años setenta y esa exaltación era la trastienda de una convivencia que terminaría totalmente desgastada a finales de aquella década. La situación emocional de Osbourne fue, muchas veces, frágil. La muerte de su padre coincidió con el abandono de la banda. El divorcio de su primera esposa, Thelma, lo llevó a una depresión que no le permitía reencauzar su trabajo en la música. Recién gracias a la ayuda de Sharon Arden, quien se convertiría en su última compañera de vida, volvió a la producción musical con un proyecto que, si bien tenía un carácter solista, Blizzard Of Ozz buscaba la alineación de un supergrupo con figuras del metal, que venían de otras bandas, ya muy conocidas para los primeros años de los ochenta o en ascenso: el baterista Lee Kerslake (de Uriah Heep), el bajista Bob Daisley (de Rainbow y Uriah Heep), el teclista Don Airey (de Rainbow) y el guitarrista Randy Rhoads (de Quiet Riot).
Finalmente, el álbum fue considerado por su sello discográfico como un trabajo solista de Osbourne. “Crazy Train“, ”Goodbye to Romance“, ”Suicide Solution” y “Mr. Crowley“ fueron algunas de las canciones de ese álbum, que terminaron teniendo un lugar de privilegio en el cancionero de Ozzy.
El carisma del señor del “metal”
Su camino en solitario dio buenos frutos. Tanto que la mayor proyección de su carrera se dio en esos años. Para 1993, antes del lanzamiento de uno de sus discos, aseguró que se retiraba de la música por el cansancio que tenía de hacer giras. Sin embargo, menos de dos años después volvió a la ruta. Si algo bueno tuvo ese impasse, además del descanso, fue que se reencontró con sus viejos socios de Black Sabbath y eso allanó el camino para los siguientes reencuentros del grupo, con su formación original.
El magnetismo, quizá difícil de explicar, que Ozzy generaba en el público le valió la posibilidad de que existiera un festival metalero que llevara su nombre. Una de las versiones de la creación de esta reunión de bandas y solistas fue la negativa de los organizadores del Lollapalooza para que Osbourne participará en la edición de 1996 de aquel famoso festival. Sin dudarlo, Sharon, la esposa del cantante, decidió organizar en los Estados Unidos un encuentro que bautizaron como OzzyFest. En el primero participaron Ozzy Osbourne, Slayer, Danzig, Biohazard, Sepultura, Prong, Fear Factory y Neurosis, entre otros grupos.
Desde entonces se realizó anualmente, durante algo más de una década y luego se produjo de forma intermitente, en los Estados Unidos, en Japón y el Reino Unido. Y ese fue uno de los motivos que permitieron los reencuentros de Black Sabbath hasta el show de despedida, semanas atrás, en Birmingham, que terminó convertido en una especie de festival de un solo día, con decenas de bandas que rindieron tributo tanto a Ozzy como al grupo.
“He llegado 2025 -dijo en una entrevista reciente, a propósito de ese último concierto en el estadio de Aston Villa-. No puedo caminar, pero durante las vacaciones pensé: a pesar de todas mis quejas, sigo vivo. Puede que me queje de que no puedo caminar, pero miro hacia el camino y hay gente que no hizo ni la mitad de lo que yo hice y no lo logró“.
Aunque no fuera capaz de pronosticar su propio final, seguramente se habría dado por satisfecho el 5 de julio pasado, día que logró cerrar un círculo, con el último concierto de su banda, nada menos que en la cancha del club de sus amores, el Aston Villa, ante 45.000 fans, y con un séquito de bandas y solistas famosos, agradecidos por el aporte que hizo al heavy metal.