La Teoría del Cabello Muerto, que, supuestamente, se ha hecho viral, se centra en el desarrollo y reflexión de la metáfora que cuenta de un hombre cuerdo, reflexivo y sensato que descubre que está montando sobre un caballo muerto, y a continuación hace lo sensato; bajarse del cadáver equino para dejarlo atrás como, lo que en efecto es, un despojo inservible.
La metáfora continúa al hacer comparación con otro jinete en la misma situación, que hace lo que escapa de la lógica, actúa justamente de forma contraria a lo sensato y se niega a abandonar al animal muerto, más aún, toma medidas para continuar con el uso del animal muerto y comienza por dotarlo de una nueva silla de montar, le proporciona una mejor alimentación, procura cambios en la dirección y mando del animal dotando al cadáver con un nuevo jinete.
Despide al encargado del cuido y contrata a uno nuevo con mejor sueldo y un currículo impresionante que incluye el dominio de idiomas extranjeros y lenguas muertas esperando mejorar el rendimiento del animal difunto; promueve comités y organiza mesas de trabajo para discutir cómo aumentar la velocidad del caballo muerto, crea equipos de trabajo multidisciplinario y multiétnico que incluyen eminentes botánicos, geólogos, políticos, personas de diversos géneros y cultores populares para analizar el problema del caballo difunto desde todos los ángulos.
Estos equipos se reúnen durante meses, encargan estudios a entidades extranjeras especializadas en el cultivo del café y la cría de iguanas, para finalmente concluir lo irrebatible: el caballo está muerto.
Todo el esfuerzo anterior solo sirve para justificar el aumento del presupuesto, personal y burocracia; de esta forma logra la compra directa y sin licitación de la silla de montar, la adquisición de otros caballos muertos para su estudio, la adquisición de cursos de capacitación para mejorar el rendimiento del caballo interfecto y lo más importante, redefinir el concepto de “muerto” para convencerse y convencer a la nación que el jamelgo aún tiene posibilidades.
En resumen, esta metáfora se usa para mostrar como algunas organizaciones empresariales y gobiernos se niegan a aceptar su fracaso e insiste en tácticas estériles para mantener un sistema colapsado.
La Teoría del Caballo Muerto es una alegoría satírica que refleja cómo algunas personas, instituciones o naciones enfrentan problemas evidentes que solo tienen una salida posibles, que admiten solo una solución, pero en lugar de aceptar la realidad, se aferran a justificar su errático accionar, a tratar de enterrar un problema bajo una andanada de errores.
Todo esto se desarrolla en procesos que ponen en evidencia a quienes prefieren negar la realidad y desperdiciar tiempo, recursos y esfuerzos en acciones inútiles y que no toman desde el principio decisiones y acciones, inteligentes y efectivas para la solución de los problemas.
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