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El presbítero Rubén Gregorio Delgado Carmona es el nuevo obispo de la Diócesis de San Felipe. Es nuestro cuarto obispo. El pueblo católico lo recibe con fe. Hemos seguido con interés su llegada a nuestro estado y a la Diócesis que le corresponde dirigir. Celebramos este nombramiento y toma de posesión.
Declara el monseñor que viene a trabajar por la paz, que prefiere decir ¡Sí!, que será un yaracuyano más “que viene a fomentar la comunión verdadera y la esperanza cristiana”. Sabemos que es un hombre de fe.
Observamos en nuestro obispo un ser joven, lleno de vida, esa es una buena señal. Viene a trabajar por el bien.
Se destaca en la ceremonia de bienvenida, en las palabras pronunciadas que quien nos llega es un ser de esos que nuestro pueblo llama “voluntarioso”.
Bienvenido monseñor, es un honor recibirlo. Llega usted a un pueblo bueno, trabajador, puro. Un pueblo de fe en nuestro supremo Creador. Un pueblo que no pierde la esperanza y lucha por mantenerla. Un pueblo que en medio de la crisis en que se desarrolla su vida, continúa luchando por superarla y que pide a quienes tienen en sus manos lograr el bien, que se dediquen a él.
Un pueblo que a gritos pide el regreso de los procederes democráticos a su vida diaria. Un pueblo que necesita ejercer sus libertades plenas. Un pueblo que quiere una vida sin el temor de que por emitir una opinión van a venir a buscarlo unos encapuchados en moto y luego aparece sometido a la vergüenza de un proceso que le corta sus libertades.
Celebramos la paz con que llega y es recibido el señor obispo. Rogamos al Buen Dios que esa paz brille y sea realidad en todo el territorio yaracuyano. Tenemos fe. El viento no derribará nuestra casa“, ¡El Señor la sostiene!”.