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martes, diciembre 3, 2024
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Otra lorenzada: Lo vieron mis ojos

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Quien no se va a entretener escuchando a un cantautor de los que son cuenta cuentos, con buena chispa y sabor dibujando su pasado en cuestiones del amor. La cultura de su terruño recordando algún valor aquellos que dejaron la huella, con sello de pundonor, lo mío es como un premio, que me regaló el Creador y lo comparto con todos, no estoy mirando color, jamás sale de mi boca diciendo soy el mejor, la vanidad no me gusta, ya que es un tremendo error, pretender que ante los demás somos alguien superior, el único para mi es Cristo, nuestro padre y salvador, quien vino a enseñarnos a todos con alegría y fervor.

Desde joven me ha gustado de la patria su folklor, me enfrenté a muchos copleros como contrapunteador, si brotaba una grosería por parte de un contendor, me retiraba y lo dejaba solo, ya que es o era lo mejor.

 Nuestra música es cultura, no es para peleador, donde hay niños y un público que respetar, puede surgir terror, hasta aquí llegó la rima para contarles un caso que vieron mis ojos, en la Trinidad de Orichuna del estado Apure.

En 1972 fui a representar a Yaracuy por una invitación que nos hiciera el presidente del festival Florentino de Oro, yo me encontraba en el programa Rumbos Coplas y Canciones de nuestro recordado Simón Díaz, como pude hice mi esfuerzo con mi propio recurso, cuando estaba ensayando en el hotel La Torraca de San Fernando, se acerca un señor y se me presenta, “mucho gusto, soy Juan Izaguirre, dueño del Club Cachilapo, y quiero presentarlo en la emisora La Voz de Apure en mi programa de ocho a diez de la noche”, y le dije pero es que yo no conozco nada aquí, y me dijo “no se preocupe, yo lo vengo a buscar a eso de las siete, espéreme aquí en el hotel”.

 Así fue, me llevó a la radio, canté cuatro temas y me regresó de nuevo, pero primero nos invitó a todos los que actuamos en la radio para la Trinidad de Orichuna, donde se iba a realizar un gran espectáculo en el caney de una señora de nombre Carmen Manuit.

El acto comenzó, pero si duró una hora fue mucho, por culpa de dos contrapunteadores quienes iniciando el contrapunteo comenzaron a ofenderse con tremendas groserías e insultos, cuando uno de ellos le sacó la viejita al otro se fueron a las manos, después se formó una guerra campal entre familiares y amigos de cada uno.

 El que nos llevó en su camioneta nos dice, “muchachos es mejor que nos vamos, porque aquí puede resultar alguien muerto”. Regresamos, y a eso de las cinco de la mañana llegamos a San Fernando, recogí mis macundales en el hotel y a mi Yaracuy vine a parar. Todavía asustado por eso que pude ver.

Al año siguiente me encuentro con José Giménez “El Pollito de Arichuna”, quien nos acompañó para ese evento, y le pregunté lo siguiente: mira “Pollito”¿cómo terminó el brollo aquel en Orichuna?,  “cará ñero, con cinco heridos graves, un matón para la cárcel, el más grosero cayó en la tumba y el caney clausurado”, pero eso fue en el pasado, 53 años se cumplirán en 2025.

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