Cuando el boricua Catalino Curet Alonso creó el autobiográfico bolero – son “Pasé la noche fumando”, en la década de los ´80´ con un lenguaje polisémico bien estructurado y pletórico de autenticidad, e interpretado a dúo por Héctor Lavoe y su panita burda Willie Colón, y cuya entonación de ambas voces dan la impresión de estar totalmente ebrias con un desarraigo sentimental por los amores que han muerto sin haberse comprendido. Esta canción pertenece al álbum Vigilante.
Héctor con su chaleco azul violeta se vacilaba la rumba, y su soneo retumbaba en los sótanos del cielo. Los planos rítmicos melódicos de esta canción se sienten en la fuerza y frescura de los trombones que les dan un sonido gordo.
Esta composición es reveladora, ya que nos plantea toda una resonancia amatoria, jubilosa, venusina y dionisiaca, llena de auténtica vida que se manifiesta bajo la esfera del tiempo, como si fuera un presente eterno, nada ficticio y nos traslada a la barra fiel de algún bar donde la aventura amorosa, nostálgica y casual nos vincula con el área mágica en la espumante levadura y en la embriaguez de un sueño, e invocamos el deseado paraíso en esas esmeraldas diluidas frente a la última rocola que nos hace olvidar la escabrosa existencia y el despecho.
No somos nada ¡Carroña! ¡Vanidad de vanidades! Polvo eres y en polvo te convertirás… Si no somos nada. ¿Por qué usar los malos trucos de la materia para conmover el alma? Pero este bolero – son, transforma todo lo que estamos diciendo en una escatología decadente, desgenerada, espectacular y novelera en este Caribe hispánico y barroco, novelero e impresionable: el despecho y la muerte exhiben en estas latitudes todos sus carismas. Ese escorial permanente que es la cultura hispánica y barroca se concreta en un ritmo musical. La vida como sonido queda burlada del modo más ejemplar. Héctor Lavoe, en diálogo permanente con Willie Colón en el montuno, le lanza estas frases como si estuviesen cantando en un bar: “Willie quieres un trago o un cigarrillo”…
”Pásame otro trago con el licor, te olvidaré o me mataré”… Colón, autor de los arreglos, opta por ser fiel a la forma clásica de la armonía en la síncopa trombonera, la cual constituye un sincretismo instrumental característico de la salsa. Héctor Lavoe y Willie Colón, adquieren en este bolero – son niveles extraordinarios. El resto fue el descomunal solo de cuatro de Yomo Toro, que sustituyó el tres típico cubano por el cuatro puertorriqueño, de lo más extraordinario que se haya grabado jamás. Así, él iba haciendo figuras que servían de respuestas al diálogo entre Héctor Lavoe Y Willie Colón en la canción, con el montuno llevando toda la fuerza del tema, y mambos considerablemente largos. El tono, pues, de este bolero son es intensamente desgarrador.
Tal vez, ella regrese un domingo, cuando el sabio pescador con peces de mariposas en el último sol de invierno cabalgue en su corcel marino, sabrán de su presencia cuando el reposado mar les regale en sus orillas sus tesoros de estrellas. Un caracol que suene al paso del viento, una baja marea color rosa, una culebra gigante de coral y una flor verde ámbar. En una espaciosa casa él la esperará con lámparas de sándalo encendido. Las puertas estarán adornadas con un arco de palmas. Ella tejerá las más hermosas de las atarrayas, una para la terraza, una para la mesa y muchísimas para las siestas y las noches de verano esperando al pez pájaro que regrese a su nido para bailar un bolero son. Para qué cantar el sufrimiento cuando el amor sufriendo deja.