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jueves, mayo 15, 2025
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Notas desde Farriar… Yo conozco a  Perico Macoña

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Perico Macoña, el de los paraísos artificiales y de la memoria quebrantada de tanto pescar estrellas en el valle de la niebla. Este personaje es recreado por el cantante Ángel Canales con un soberbio guaguancó, donde la ficción y la realidad se extrapolan, convirtiéndose en un arquetipo humano.

Está el vicio, pero también la virtud. ¿Y ellos qué es en definitiva? El denso material musical para realzar una realidad avasallante del tejido social. La música de Canales, radicalmente salsosa, le hizo ganar un sitial importantísimo dentro del área caribeña. Sin embargo, el latido primordial de su música no pudo jamás sustraerse a la polémica que despertó con su excentricidad frente al agrio forcejeo humano.

Hubo enemigos que intentaron rebajar su música a nivel de la mediocridad en que ellos se movían, pero contó igualmente con partidarios acérrimos que ensalzaron su nombre. Ángel Canales, alcanza en los últimos 40 años un prestigio y una resonancia que no tuvieron otros cantantes de salsa de igual o parecida jerarquía, haciéndose portavoz en la melodía, la sonoridad y en los compases del montuno, y en ese bárbaro que llamamos ritmo.

Pero es con un guaguancó que se convirtió en un clásico grabado en la década del 70 titulado: “Perico Macoña», y cuya letra pícara e inteligente (y la inteligencia en la letra de la salsa escasea mucho) convirtieron a la orquesta de Canales en una auténtica vanguardia sólida y colectiva, para toda esa salsa que permanecería triunfante más allá de la decadencia, sobre todo, en esta etapa donde la confusión y el fracaso casi le ganan a la calidad y a los aciertos.

Es cierto, que su excentricidad lo convirtió en una especie de gracioso, pero también este fue el gancho para llegar al gran público. Todo este show le permitió lograr su objetivo y así lo aceptaba el melómano que vio en su música el sabrosón jaleo caribeño, más allá de la simple ejecución, y fue un atractivo necesariamente seductor, y él supo sacarle el mejor provecho a esta circunstancia.

Y ¿quién era Perico Macoña? Una anécdota para el soneo. El mulato de la esquina y amante de Amparo Arrebato que evidencian una connotación sociocultural. ¿Y por qué esos cigarrillos mareaban tanto a Perico Macoña?, dime, ¿qué coño es? El tono pues, de este guaguancó es sumamente pícaro e inteligente:

Yo conozco a Perico Macoña
un mulato sin igual
él se mete un cigarro e’ los finos
y en seguida empieza a encordiar
ese mulato es un puente roto
nadie lo puede pasar
se para en las esquinas
y a todo el mundo
empieza a cuquear.
Tiene problemas con todas sus amistades
no le para a nadie y no quiere cambiar
y todo el mundo le pregunta:
dime Perico si pa' eso fumas
oye, ese mulato es un puente roto y se arrebata
y nadie mira lo puede pasar
oye, tú sabes Perico
que el doctor te ha dicho
que los cigarrillos a ti te marean
óyeme tumba esa melodía
Perico vas a caer en la tumba fría
(montuno)
Oye Perico si pa' eso  fumas

Frente a la descolorida y lagrimiante salsa, surgió la voz de Ángel Canales. Es ley vital, también aplicable a los acontecimientos de la cultura, que nada se pierde, sino que se transforma como en la célebre ley física: que todo lo nuevo se apoye en lo pasado atendiendo a las instancias naturales y humanas que cada época presenta, que nada surge por azar, sino mediante un proceso de maduración y selección en que intervienen los más diversos y heterogéneos elementos y factores del hombre y su realidad tanto material como espiritual.

Pues, bien, en este guaguancó, como nada surge de la nada, era necesario fundamentarse en una experiencia valida, asimilar al sustantivo y, sin dejarse ganar por los modelos. Pero hacía falta algo todavía: las manos experimentadas que pusieran orden en las notas del piano para insuflar frescura en los acordes con la marcha melódica en el montuno por parte del pianista, compositor y arreglista José Madrid.

El estilo de Madrid en el piano, con un montuno sólido y lento, como en la mejor tradición cubana, sirvió de apoyo para el vigor definitivo que siempre ostentó esta orquesta que, como es común en la salsa nunca sobrepaso la decena de músicos. El crédito para Madrid, por lo tanto es necesario, fue el medio ideal para traducir la precisión del lenguaje musical, mucho en la inspiración y entusiasmo que en Canales fue mero talento desbordado. Por eso, yo conocí a Perico Macoña en Farriar en una rumba donde el sabrosón Jaleo volaba más alto que el infinito.

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