
Muchos de ellos fueron exiliados y relegados al olvido en los buenos tiempos, otros lograron soportar los desplantes. Ya están haciendo su aparición, terminó el proceso de hibernación en que se sumieron, los tiempos cambiantes así lo decidieron, han vuelto, han retornado, la crisis existencial los ha traído de nuevo a sus portadores, han llegado al rescate como buenos aliados, como siempre lo fueron, se incorporan a sus portadores donde quiera que se encuentren, desde los rincones más aislados, desde la soledad hasta la incertidumbre de las largas y penosas colas donde se proveen de alimentos, medicamentos y combustible, traen consigo la humildad, la paciencia y la solidaridad que riegan por doquier.
Hubo un personaje que los encumbró, uno grande, Ilustre y destacado escritor y novelista que dejó una huella indeleble al dirigir con su magistral voz y sabiduría un programa televisivo que haría historia y que quizás sería pertinente reeditar, y que se conoció como” Valores humanos,» cuyo fin era culturizar a los venezolanos, su nombre Arturo Uslar Pietri.
Esos valores hoy son echados de menos, como la bondad, la sinceridad, la paciencia, la gratitud y la humildad, los tiempos difíciles de hoy los han puesto a prueba y han resistido, se han fortalecido enfrentando así las duras condiciones e que viven sus huéspedes.
Los valores reflejan intereses, sentimientos y convicciones, son un conjunto de principios, de normas que guían su comportamiento porque determinan qué se debe hacer y por qué no.
En este penoso y difícil discurrir de escasez, de inseguridad, de carencias en sentido general se precisa hacerlos nuestros, ya que ellos recogen el deseo de hacer el bien no importando el lugar ni las distancias, pues las buenas intenciones son las que desatan los deseos de ser amable o proponernos a ayudar, cosa que observamos en sitios concurridos donde “manos van para que manos vengan”, según el dicho popular.
Hoy, la bondad ha reaparecido de modo más intenso, emergiendo desde lo más profundo del ser humano, cargado de mucho amor cuando más se necesita, a su lado la solidaridad les da un espaldarazo a los buenos propósitos. La humildad nos obliga a ser sinceros con las personas, a tender puentes y a descubrir que siempre son más lo que nos une, que lo que nos separa, sobre todo a ser honestos, con nosotros mismos.
Somos honestos cuando somos solidarios con la comunidad en la que vivimos, buscando de que forma o manera podemos ayudar a otras personas. Hoy salimos en busca de la felicidad interna, cuando nosotros y nuestros hijos nos identificamos con los problemas que rodean a los demás y tendemos lazos para ayudar y apoyar a quienes sufren, en la medida de nuestras posibilidades.
Cada vez que damos, cada vez que compartimos, cada vez que confiamos, estamos expresando amor; ahora estas emociones se han puesto a prueba por los momentos por los que estamos pasando, luchamos con denuedo por hallar aquello que deseamos y requerimos, toleramos todas las incomodidades que encontramos a menudo, sabiendo que no hay problema sin solución y que hay días buenos y días malos.
Ya se avizoran salidas o soluciones a esta carencia de valores, las familias, las escuelas, las congregaciones, las asociaciones emprenden una campaña por su rescate y adopción, los maestros lideran ese movimiento, su adopción crece y la audición aumenta, ellos, los maestros, hablan con sus alumnos, hacen una pausa, abren un espacio en su agenda escolar, los describen y al hacerlo hablan de cada uno, resaltando sus cualidades, preparan su presentación y descubren sus beneficios, para quien orgullosamente los portan, hay unos que se destacan por su ocurrencia, y en una respuesta ejemplarizante se tornan respetuosos y solidarios, profesan la virtud de la humildad.
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