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miércoles, febrero 12, 2025
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Un teatro de la ópera para San Felipe

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Para la mayoría de los jóvenes la ópera se reduce a la expresión que dice “nada termina hasta que la señora gorda canta”. Para pocos, casi todos ellos románticos empedernidos, la ópera se reduce a escuchar a todo volumen a tres jóvenes tenores cantando canciones de un autor desconocido al estilo pop rock.

Lo anterior en poco o nada refleja el verdadero sentido de un arte mayor donde convergen canto, danza, música, pintura, poesía, historia y arquitectura; en fin, una suerte de amalgama donde nada deja de ser lo que es, pero donde todo se transforma en un fruto nuevo y poderoso, un espectáculo que lo tiene casi todo, incluso las pasiones humanas y que solo carece de aburrimiento.

Vale decir, que en nuestra ciudad se escuchó más ópera y otras artes menores antes del deslave y destrucción en 1812 que en el resto de su vida posterior. Lo anterior es suficiente razón para que esta generación tenga metas culturales como ciudad; así como en otros lugares del mundo los ciudadanos se organizan para asumir retos deportivos como unos juegos olímpicos o un mundial de fútbol, la meta para San Felipe podría ser construir su teatro de la ópera.

Romeo y Julieta de Aquiles Nazoa, o la adaptación de una de las obras de Rafael Zárraga, deberá ser con la que abra sus puertas; su construcción será financiada con la contribución de la población de la ciudad convertida en acción por y para sus ciudadanos. Deberá ser realizada por una junta de ciudadanos ejemplares y “ad honoren”, que recibiendo de la Alcaldía una contribución parafiscal, administren los fondos a la vista de todos.

El lugar ideal para su construcción es el antiguo mercado municipal, es excelente; tiene una plaza al frente lo que le da vista y frescura, esta fácilmente comunicada con todos los puntos de la ciudad, dispone de espacios amplios y una fachada de buen arte que meceré ser conservada como un monumento a la gente humilde y así asegurar que esas memorias no sean aplastadas para construir un centro comercial.

Debe ser referencia mundial; como lo son el Teresa Carreño en Caracas y el de Maracay; no en tamaño, sí en calidad. Deberá ser un altar artístico donde los mayores virtuosos de cada arte hagan sacrificio y se unten del bálsamo del éxito al ser aplaudidos por el que será el mejor público del mundo, el pueblo de San Felipe.

Tal vez alguien piense que es innecesario un palacio para la ópera cuando la ciudad no tienen un excelente servicio de aseo urbano, hay huecos en las calles y el agua no llega a los grifos todos los días, más aún, el compromiso de construir una obra arquitectónica como ese calibre lleva a encontrar por obligación las soluciones que por necesidad no se han logrado, además es tiempo para que la actividad cultural despierte de ese largo sueño que perjudica y aturde.

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