En esta oportunidad, como antesala a la celebración de la Navidad, creo es momento propicio para hacer
llegar a los ciudadanos de esta tierra de gracia y magia por excelencia, mis mejores deseos y bendiciones, y
dejarles unas reflexiones que si la internalizamos, sin duda, seremos hoy mejor que ayer:
- Ofrece justo valor a tu talento.
- Respeto por tu entorno social.
- Prudencia en la conversación.
- Tolerancia en las ideas.
- Démosle el mejor ejemplo a los niños.
- Escucha y analiza para ser preciso y no divagar cuando responda.
- Hágase entender.
- El peor juicio no se enfrenta, se evita.
- Atrevido impresionar, y buscar el reconocimiento.
- Su comportamiento dirá quién es, y por sus acciones le conocerán.
- Evitar contemplar los errores.
Sobre este último punto quiero hacerles llegar algunas consideraciones que me parece importantes. El
fracaso es una elección, una especie de veneración al error cometido.
Esta actitud es una mera culpa y una vergüenza que nos puede llevar inequívocamente a padecer una
depresión severa que, de no enfrentarla a tiempo, nos puede llevar a decisiones insospechadas.
Una acción desacertada, un paso en falso en nuestro acontecer diario es factible en el mejor de los casos,
dada la capacidad que tenemos para corregir errores no significa el acabose, hay que seguir intentando, y
obviamente replantearlo.
Si por el contrario lo contemplas, caes irremediablemente en el fracaso. Un error, es solo eso, un intento
fallido, no hay vuelta atrás. Si queremos seguir habrá que levantarse e insistir en el objetivo hasta lograrlo.
Señor Jesús gracias por hacer llegar mis reflexiones y por ayudar a mantener en equilibrio nuestra razón y
emoción. Hasta otra Travesía…