Desde el siglo II A.C, abracadabra es conocida como una palabra mágica. Apareció en un amuleto de esa época en forma de ba ga da, que en letras griegas conforman una especie de acróstico como lo leemos en hebreo “Ha brakha dabra”, que significa “La bendición ha hablado”; otros sostienen que es un derivado de Abraxas.
Se utiliza en un patrón de encogimiento contra fiebres y dolores. Al hacer la palabra cada vez más corta, se fomenta que los dolores o enfermedades disminuyan gradualmente: Abracadabra, Bracadabra, Racadabra, Acadabra, Cadabra, Adabra, Abra, Bra, Ra y A.
Los papiros griegos ofrecen algunas variaciones interesantes, como la secuencia basada en Akrakanarba.
Pequeños grupos tribales primitivos europeos que profesaban el animismo y panteísmo la utilizaban como encantamiento en trucos de magia y cuando la escribían en amuleto se creía que tenía poderes curativos.
Se ha conocido que fue transmitida por el médico romano Quintus Serenus Sammonicus autor del libro Liber Medicinalis (versos 935-39) y quien era el médico de Sulpicio Severo, declarado santo por la Iglesia Católica. Sammonicus prescribía su uso para cuando se sufría de fiebre terciaria doble (malaria o paludismo). Aconsejaba que los enfermos llevasen, como amuleto, la palabra escrita en forma de triangulo. El poder del amuleto, explicó, hace que las enfermedades letales desaparezcan. El hechizo también se hizo muy popular durante la Gran Plaga de Londres (1665-1666)
†Arabra†Arabrum†Brototin†Soromi†Bretotiamin†, es un conjuro usado en la Italia medieval, en véneto. Y en Colombia: Brac, Cabrac, Cabra, Cadabrac, Cabracam.
En la Llave Menor de Salomón (II, 8), se ofrece la siguiente variación en la conjuración de la espada utilizada en operaciones mágicas: Abrahach, Abrach, Abracadabra. Este conjuro se encuentra de nuevo en la “Consagración del Athame (daga ritual)”, en El Libro de las Sombras del movimiento wiccano neopagano, creado por Gerald Brousseau Gardner alrededor de 1940-1950: “Te conjuro, Oh Athame por estos nombres, Abrahach, Abrach, Abracadabra, para que me sirvas de fuerza y defensa en todas las operaciones mágicas contra todos mis enemigos, visibles e invisibles…”
Esta receta se ofrece en Lituania para tratar la erisipela: untar un poco de mantequilla en el pan y escribir sobre él esta palabra, restando dos letras cada vez, recitar tres Avemarías, persignarse tres veces y comer el pan al amanecer, al anochecer y al amanecer de nuevo.
El novelista Dan Brown cree que esta palabra proviene de un antiguo conjuro mágico arameo, Avrach Ka Dabra, que significa “creo hablando”, (El símbolo perdido, cap. III, 3). Cada uno ve las cosas a su propia manera.
En nuestros juegos de muchachos la usábamos sin saber su significado. Y hasta nos atrevíamos a decir “Abracadabra patas de cabra”. Quizás por nuestra fe alcanzábamos lo que deseábamos. Tiene varios significados: “Envía tu fuego hasta el final”, en hebreo “iré creando conforme hable”, en arameo “yo creo como hablo”.