Negociación: Esta palabra, fundamento y eje de la política, parece estar proscrita en cada sociedad extremista y polarizada. El asunto es que la población venezolana, demandante de cambios reales y profundos, no parece haber conseguido un camino de resolución a la crisis política, a pesar de haber empleado para ello la herramienta soberana, constitucional y más simple, el voto. En un proceso que trajo más dudas que certezas, más conflictos que acercamientos, más sombra que luz; ahora padecemos de un desasosiego generalizado, y no se trata solo de lo político, sino en lo social, lo económico y hasta en la consciencia individual. No se trata solo de tener la certeza o no de un ganador, de las dudas naturales de los procedimientos incumplidos, es mucho más que eso. Es sencillamente cesar la conflictividad y ponernos, todos, a trabajar por la reconstrucción del país.
Sin autocrítica opositora: La oposición, y todas las partes del conflicto nacional, deben dialogar, retomar negociaciones, aplicar diplomacia. De seguro, los más radicales dirán que no se debe hacer, que lo único es aceptar un resultado en particular, que con el gobierno no se negocia, ¿y entonces cómo se hace si hablamos de política? La oposición, o quien la dirige actualmente, debe fomentar la convicción de que solo a través de una negociación, se puede crear una convivencia sana en donde se puedan tener posiciones opuestas o contrarias sin que eso represente una anomalía en cada propuesta política. El país está así por el radicalismo, pero no se va a arreglar con más radicalismo. Eso no implica aceptar la coacción como parte del juego. Simplemente veo que nadie parece tener la voluntad de un diálogo en pro del país.
Sin autocrítica roja: Recuerdo que uno de los slogans más usados por el propio Hugo Chávez era “amor con amor, se paga”. El gobierno nacional de Maduro habla de conspiraciones, etiqueta a los contrincantes con términos antipolíticos, y vive en la tesis permanente de un supuesto saboteo, cerrando la puerta del diálogo, aunque su campaña se basó en cambios y transformaciones. ¿Fue una prueba de amor que el famoso “Petro” terminara siendo un esquema de corrupción y que, a través de supuestas operaciones de criptomonedas, se hayan perdido, -a decir del propio gobierno-, unos 30.000 millones de dólares? El tema aquí es que cuando se tiene una injustificable y gigantesca infraestructura burocrática, el Estado funciona de forma ineficiente hasta en las cosas más elementales, y eso trae descontento a la hora de los votos. Y el amor de palabra, no existe; solo el de acciones.
Y ahora el mono: Como si la humanidad no tuviera suficiente con el desastre que fue la pandemia del Covid.19, y todos los problemas que actualmente padece, ahora se habla de la viruela del mono, una enfermedad cutánea que produce fiebre, erupciones y que es contagiosa por contacto directo. En internet se consigue de todo tipo de informaciones al respecto, y, es importante subrayar que mucho del peligro de una posible enfermedad, es toda la información que se teje alrededor de ella, mucha de ella falsa o construida con fines alarmistas o con objetivos particulares. Cuidado con eso. Aunque la gente se ha tomado la cosa de forma ligera, yo tengo muchas dudas sobre la Organización Mundial de la Salud y sus métodos para enfrentar este tipo de eventualidades. ¿Debemos tener precaución frente a este tipo de casos? Siempre, pero la mayor previsión es mantenerse informado por los canales oficiales.
Sobre Biagio: Que cese la persecución política. Tengo una postura firme al respecto, desde que ejerzo el columnismo de opinión. Así la tuve cuando, en medio del golpe de Estado de abril de 2002, persiguieron a dirigentes como Braulio Álvarez, o Néstor León Heredia. ¿Cuál paz se pretende construir? Creo que no es la misma que propuso Chávez y que llevó al país a muy altos niveles de vida hasta el 2013, casualmente.