Jesús Palacio Chacín, economista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), destacó, en la red social X, el aumento de las tensiones cambiarias y de precios producto de las sanciones del Gobierno de los Estados Unidos y el más reciente impacto de la crisis económica provocada por el cerco en el Mar Caribe, de acuerdo a una publicación del diario Versión Final este martes 30 de diciembre.
“Las tensiones cambiarias actuales se encuentran en sus niveles más elevados desde la implementación del esquema de intervenciones cambiarias en 2019. Esto no responde a un solo factor, sino a una combinación que el mercado viene procesando con rapidez”, detalla Palacio Chacín.
En su opinión, el deterioro de las expectativas externas ha vuelto a ocupar un rol central. “A los cambios recientes en los mecanismos de cobro del petróleo venezolano en los mercados asiáticos —donde durante el segundo semestre más del 70 % de los ingresos se canalizaban a través de stablecoins, desplazando al mercado cambiario hacia un esquema de asignaciones en USDC y USDT— se han sumado las noticias sobre detenciones de embarcaciones vinculadas al crudo venezolano y el endurecimiento del entorno operativo para las exportaciones”.
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Para Palacio Chacín, este conjunto de factores reactiva un riesgo ya conocido: menor previsibilidad en la generación de divisas en el corto plazo.
Cuando las expectativas se debilitan, los precios dejan de responder solo a costos y pasan a reflejar cobertura, precaución y anticipación. En ese contexto, el mercado cambiario actúa como un canal de transmisión de incertidumbre. El resultado es un entorno más exigente para la toma de decisiones económicas, donde la prudencia vuelve a ser un activo”, advierte.

Cinco recomendaciones
En escenarios de mayores tensiones cambiarias, la prioridad no es crecer rápido, sino sostenerse bien, resalta Palacios Chacín. En ese marco, ofrece cinco recomendaciones para dueños de negocios en Venezuela.
Proteger inventarios: Evaluar con cuidado los riesgos de reposición y evitar subestimar el impacto de nuevas tensiones sobre costos futuros; en la gestión de compras también está la posibilidad de salir bien parado de un momento como este: eligiendo productos con buen balance entre rentabilidad y rotación.
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Priorizar flujo de caja por encima del crecimiento: La liquidez vuelve a ser el principal amortiguador frente a la incertidumbre, permite cubrir gastos fijos y abordar reducciones incómodas mientras se estabilizan las expectativas: una vez ahí habrá que adaptarse a ese contexto: con optimización de costos y gastos como centro.
Vender con criterio financiero: Se debe enfocar la estrategia comercial en la generación de flujo de caja. No toda venta es buena venta si compromete liquidez o márgenes reales, sobre todo si no has aplicado ajustes de precios en medio de la vorágine de los últimos días.
Reducir exposición innecesaria a moneda local: Acortar ciclos de cobro y evitar acumulaciones ociosas.
Revisar precios y costos con mayor frecuencia: La rigidez operativa es especialmente costosa en este tipo de entornos. Hace falta agilidad y rapidez para abordar una situación como esta. Este no es un momento para apuestas largas ni para decisiones épicas. Es un momento para administrar riesgos con disciplina.




