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lunes, septiembre 15, 2025
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William López…Entonces, convivíamos

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Contaba mi tío Francisco López Bravo, que en la segunda mitad de la década del cincuenta del siglo XX, siendo un joven lleno de sueños, acompañó en una cacería a su buen y joven amigo Pedro Cordido Whonsiedler, otro joven lleno de sueños, al sur de lo que es hoy la represa de Cumaripa en jurisdicción de aquel municipio Bruzual, de nuestro estado Yaracuy.

Después de toda una mañana, caminando bajo un sol inclemente y un calor irresistible, llegaron a un pequeño caserío. Aquello les supo a gloria, pues tomaron agua fresca, comieron y descansaron. Relató mi tío, que fue hermoso el recibimiento y la atención brindada por los pobladores.

Todos estos “cazadores” estaban emocionados y agradecidos por el singular trato recibido; en particular, su amigo Pedro Cordido Whonsiedler. A tal punto llegó esta emoción, que este último, muy observador, notó que el caserío no tenía escuela. Cabe destacar, que gobernaba nuestro país el general Marcos Pérez Jiménez, y el buen intencionado Pedro era opositor al general.

Pedro, decía mi tío, como buen soñador, al despedirse de los pobladores afirmó que él iba a ser gobernador del estado Yaracuy, y al asumir el cargo uno de sus primeros actos de gobierno sería ¡construir la escuela de ese caserío!

Transcurrido cierto tiempo, cesa en el poder el general Pérez Jiménez. Comienza la era democrática, los venezolanos, en elecciones libres, elegimos un nuevo presidente, y este, a su vez, designa gobernador del estado Yaracuy al ahora ingeniero Pedro Cordido Whonsiedler. Este asume el cargo en medio de grandes expectativas, pues se iniciaba una etapa democrática y los ciudadanos estaban optimistas, pues eran caras nuevas las que asumían el poder en medio de un régimen de libertades.

Cuenta mi tío, que varios meses después recibe una invitación para una gira de su amigo de cacería y antiguo compañero monaguillo del padre de Guama Francisco Corell, es decir, el nobel gobernador. Mi tío acepta emocionado y parten un día en la mañana de gira, sin saber cuál sería su destino.

De pronto, la caravana oficial parte vía a Nirgua. A los pocos kilómetros cruzan a la derecha por una carretera de tierra, llegan a un poblado, se detienen frente a una amplia y nueva construcción, bajan del vehículo, reciben el saludo de un grupo de pobladores, ingresan a la construcción y nota caras que parecen conocidas, y en efecto lo eran, pues se trataba de las mismas personas que conoció aquella mañana de cacería.

De pronto, el gobernador lo toma del brazo y le pide que lo acompañe en el presidium del acto, que está a punto de comenzar, y al iniciarse el mismo, le dice al oído: ¿Recuerdas la promesa que realicé a esta gente aquel día en que llegamos cansados de la cacería? Mi tío, emocionado, contestó: “claro”… Y el amigo gobernador dijo: “Esta es la escuela prometida, y ahora te toca a ti pronunciar el discurso de inauguración y a mí, aplaudir…

Por cierto, el presidente de la República era adeco. Acción Democrática era el partido en el poder. Mi tío era comunista. El gobernador y mi tío eran guameños… El primero, alto funcionario del régimen de Acción Democrática y el segundo, era un educador ¡comunista!

Leer también: Aquel Sermón en La Montaña

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