Hay una realidad que estamos viviendo en nuestro Barrio Centro, Chivacoa, Yaracuy; realidad que nos envuelve a sumirnos en extasiada felicidad, especialmente cuando disfrutamos con propósito o, de manera inesperada e imprevista, los sinfónicos acordes de un violín que dejan escapar al viento sus armoniosas notas ensayadas con fina delicadeza. Su ejecutante es la pequeña Sofía Da Cruz, allí, en el balcón de su residencia ubicada en la avenida 8 con esquina de la calle 14.
Sofí, como le llamamos, vino al mundo en el año 2012. Ella es hija del doctor César Da Cruz y la licenciada Elda Mariannys. Sofi ejecuta su violín con tal encanto que enamora. Lo lindo para quienes vivimos en Barrio Centro es que sus notas se esparcen por toda la barriada, que no en vano expresan sentimientos y emociones.
Lo trascendental de sus notas es que Sofi, como parte de nuestro Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, audicionó ante más de mil muchachos para formar parte de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela y representarnos con dignidad el 19 de octubre en la ceremonia donde el papa León XIV canonizó al doctor José Gregorio Hernández y a la madre Carmen Rendiles en la Plaza de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
También estuvo en Monte Sacro, en la reinauguración del Monumento Simón Bolívar, en la Basílica Sacro Cuore di Gesú: Vigilia-Reflexión; en la Plaza de San Pedro, celebración de la canonización; en la Terraza del Pincio Roma-Concierto y en la Basílica de San Pedro-misa de acción de gracias.
No en vano, los vecinos y quienes oímos sus ensayos, le llamamos “La niña del balcón”; de allí mi canción: “Las dulces notas de un violín escapan, al viento ligeras vuelan en compases, y entre los arpegios que inocentes brotan, hay ingenuidad en tonos vibrantes. Se oyen melodías de sutil sentir, unas son tan suaves que al romance invitan, unas son tan tiernas que llaman a un beso, melodías rítmicas en tiempos de allegro, que se oyen sonoras, pero muy fugaces.
Ante la inquietud hago un alto, y en lo alto, cerca del balcón, le busco y observo a la niña que con mimo ensaya y el violín se duerme en cálido arrullo, mientras se despiertan mis recuerdos gratos para viajar con las notas que del violín escapan.
“La niña del balcón” toca el violín y vive en él, y él también le abraza y brotan poesías, poemas del alma, que invaden de amor toda la calzada. Yo aplaudo a la niña que del balcón me inspira a seguir de pie mis horas quietas, oyendo las notas que del violín suspira, cubriendo de ensueños mi alma de poeta”. Sencillo fue el retorno, compañeros del Sistema y vecinos, la recibimos en la Plaza Bolívar el 25 al mediodía. Aplausos.
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