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jueves, septiembre 4, 2025
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Otra Lorenzada…Hay que luchar y perseverar

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Hay que luchar y perseverar sin desmayar, ya que es la fuerza, para la superación, no rendirse ante nuestros sueños antes de entrar en acción, ya que los pesimistas no gozan esa emoción de ver un sueño realizado, recibiendo un galardón que es comer con alegría lo que es su producción.

Cuando para trabajar hay buena disposición, aquellos que no trabajan viven en lamentación, hablando hasta por los codos, como dicen en Falcón, todo el tiempo de lo mismo de su mala situación, echándole culpas a otros de su inmenso vaporón, no se aplican a limpiar un patio, ni descargar un camión, deseando tener buen sueldo, sin tener preparación.

Un señor de ochenta años, de nombre Juan Ramón, me contó que cuando joven, huérfano de padre y madre, en el pueblo de Morón, con ayuda de una tía, se dedicó a trabajar ayudándole a un señor que llegaba de San Felipe, con unos sacos de limones.

Frecuentaban, sobre todo, lo que era el malecón, después cambió de trabajo. A los 25 años, ya tenía casa propia, un carro y un mujerón, dos hijos como regalo, una hembra y un varón. A pesar de no estudiar, Dios puso en su corazón constancia, perseverancia y fundamento como profesión.

Con un pueblo que lo quiere y le admira, por su humilde condición, sufre, siente y lamenta la pérdida de sus padres, que por siempre andan grabados dentro de su corazón, hoy estarían disfrutando de su buena situación. Así nació este cuento entre el puerto y Morón, por habérmelo contado, gracias señor Juan Ramón, al muchacho del cuento y a toda la población, cuanto esta Lorenzada llegó a la culminación.

Cambiando de idea, es para seguir la tarea de autochequeo, mi recordatorio o lucidez cuando apenas me faltan dos meses para completar mis 82 años de existencia, 5 de septiembre del 43 al 5 de septiembre de 2025.

Agradecido con Dios por todo lo que me ha dado, un buen padre y excelente madre, que creo no haberle fallado; catorce excelentes hermanos, y cinco se nos han marchado, una hembra y cuatro varones, tan solo hemos quedado con la protección de Dios, que en nada nos ha fallado, apegados a su ley andamos por todos lados siempre con la devoción.

Y digo sin jactancia alguna, en esta misma ocasión, que en los libros de la justicia, a ninguno le hacen mención, todos con el mismo formato, evitamos cualquier resbalón, ninguno llegó a ser violento, evitando un peleón, donde salen heridos graves y a veces otros para el cajón, desde Dámaso, quien fue el primero, hasta Juancito, el más pichón, jubilado en su trabajo y con larga duración.

En el seguro social, desde su fundación en San Felipe, comenzó en Independencia hasta su separación. Hoy se encuentra como yo, masticando el agua y sin poder comer chicharrón, es un pilar para mí, por su apoyo sin condición.

De igual forma, María Auxiliadora, la que por todos, por los que aún vivimos, reza y eleva una oración por José Alfredo, Juan Cansio y Juancito, donde también voy incluido junto a mi esposa, que partió a otra dimensión, después de 56 años, de larga duración.

Leer también: ¿Qué es la conciencia?

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