
En un pueblo de mi estado, surgió una conversación que sostenían dos paisanos de nombres Pedro y Simón. En la misma se produce una fuerte discusión, ya que al primero de los dos le encanta la destrucción, destroza los árboles y bosques de nuestra vegetación.
El segundo, muy furioso, le reclama: “¿Por qué tumbas ese cedro como tumbaste el mamón?, ¿Es que no tienes cerebro o algo de imaginación para saber que destruyes un importante pulmón? Sé lo que vas a decirme, que estás en tu fundación y que dentro de lo tuyo tomas cualquier decisión, no te importa el ecocidio, porque eres dueño y patrón, pero yo que soy amante de nuestra conservación, hoy tengo que denunciarte no importa cuál sea tu reacción, tal vez pierda tu amistad, después me darás la razón, las mismas autoridades te darán información”.
De pronto, Pedro le dice: “ya tengo la solución, te prometo sembrar tres cedros, dos mangos y tres mamones, cuatro palos de aguacate, un naranjo y un limón, y dentro de poco tiempo veremos la producción”.
Se despide cordialmente hasta otra ocasión el defensor del ambiente, que por el momento le otorga el perdón, prometiendo que, a menudo, vendrá a hacerle una inspección, “y si no cumples con la ley, tendrás que ir a prisión, porque en términos legales las cosas son como son”.
Espero que sea del agrado, hoy esta publicación, desde mis Lorenzadas, brota esta reflexión. En otra idea diferente es para recordar sobre un trabajo que dediqué a un paisano y amigo desde nuestra infancia, Salomón Escalona, el 3 de julio de 1995.
Dicho verso dice así, “De nuevo salen mis coplas, a volar con emoción, cuando la brisa me sopla, un enorme notición, Tartagal está de fiesta, nos sale celebración, Doña Ángela manifiesta que le vibra el corazón, la alegría es colectiva de comprensible razón, todos a la expectativa, por tan alta distinción, al nombrar a un hijo suyo, y nuestro máximo orgullo como lo es Salomón, nada más y nada menos que jefe de redacción, del más importante diario que existe en nuestra región.
Temperamento sereno, de admirable educación. Suerte para él, le deseo de admirable educación; suerte para él, le deseo al lado de ese timón. Ambas partes felicito, en esa combinación, lo que digo no es un mito, al expresar mi opinión, otros pensarán distinto, por celos de profesión.
Al leer este regalo, en versos para Salomón, este loro siempre canta, y cuando su voz levanta, busca la improvisación, porque sabe defenderse, y tiene como patrón, de decir claras las cosas, cuando hay sobrada razón, y cuando veo que no la tengo, no tardo en pedir perdón.
Lo de Salo hay que celebrarlo, y es mi proposición, que destaquemos a esta figura, quien triunfó con su profesión. Dos años de alegría, nos dio la satisfacción, el Premio Nacional de Periodismo Deportivo, de grata recordación, que Dios te cuide y te proteja, mi estimado Salomón”.
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