
Tendremos que seguir refiriéndonos a este tema por mucho tiempo, pues una parte del país parece haber olvidado su venezolanidad, lo que la hace condicionarla a quien esté en la jefatura del Estado y a la situación económica, política y social existente.
No todos lo dicen tan abiertamente como Leopoldo López o como María Corina Machado, pero lo piensan y todavía les da vergüenza o miedo decirlo, aunque estoy seguro de que en otra situación se comportarían en forma totalmente distinta.
Por eso, personalmente no creo en las encuestas que dicen que el 93 por ciento de los venezolanos se opone a una intervención militar estadounidense; no veo esa proporción en la gente con la que tengo contacto todos los días. Una cifra más creíble sería que el 80 por ciento está contra dicha intervención, y lo digo porque siempre es mejor saber con quiénes se cuenta. Las encuestas tienen un problema serio, y es que dependen de la sinceridad del encuestado, y esta depende de muchísimos factores.
A lo mejor voy a repetir cosas que ya he dicho, pero el tema es relevante y se lo merece. Además, como siempre escribo por las redes sociales X.com y WhatsApp, en las que participo bastante, puede que lo que diga lo haya dicho en esas redes, pero no lo haya concretado en ningún artículo.
En principio, parto de la base de que todo aquel que apoye a María Corina y a EGU, apoya la injerencia militar gringa contra Venezuela, pues, si uno se opone a que otro país actúe militarmente contra el suyo, no puede estar apoyando, como posibles gobernantes de su país, a quienes piden a gritos una intervención armada en su patria.
Así de simple, aunque las conclusiones simples a veces no son las más adecuadas, pues estamos tratando con hechos muy complejos. El extravío político hoy existente hace, sin embargo, que se puedan dar contradicciones como esta. Uno lo ve en gente inteligente, informada, en luchadores sociales honestos, incluso en izquierdistas de toda la vida. Y esto no es algo que solo haya ocurrido en Venezuela.
Identificar la defensa de la soberanía nacional con la defensa del Gobierno es tan absurdo como frecuente en estos momentos en el país. Excusarse de no enfrentar, ni condenar las amenazas y acciones militares extranjeras, contra objetivos venezolanos, por la responsabilidad que tenga el Gobierno en la muy lamentable situación económica, política y social existente, no solo es irracional, sino deleznable y malévolo.
Es castigar a Venezuela por las fallas de su Gobierno, pero lo peor, es que parte de quienes lo hacen son los mismos que se han encargado de dañar e interferir, de la manera más abominable posible, en las posibilidades de recuperación. Otra cosa son las sanciones económicas contra el país, y no contra el Gobierno. ¿Cómo es posible que no hayan condenado el asesinato de venezolanos en el Caribe por la armada estadounidense? ¡Inadmisible! ¿Cómo se permite la deshonra de nuestro gentilicio y se la apoya “absolutamente”?
Las acusaciones internacionales contra el país y sus habitantes las hace la potencia militar, que tiene siglos caracterizándose por calumniar a gobiernos y naciones para invadirlas, expoliarlas y desmembrarlas. Han dicho que actúan en nombre de la libertad, para acabar con la misma, como hoy claramente se ve incluso al interior de la propia unión estadounidense.
En nombre de la libertad se apropiaron de más de la mitad del territorio mexicano entre 1846 y 1848 y le declararon la guerra a España en 1898, para quedarse con Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Actúan en nombre de la democracia, para sustituirla por las peores dictaduras, siempre que les sean fieles, como es el caso actual de Siria, dejada en manos de Al Qaeda, y que sufre la represión de una dictadura asesina contra grupos religiosos, contra las mujeres y niñas, contra las minorías étnicas, pero cuyo líder es recibido en la Casa Blanca con todos los honores.
Son los terroristas más sofisticados del planeta, sin escrúpulos en aplicar sus acciones incluso dentro de su país, pero presentan a sus enemigos como terroristas, como hicieron en Afganistán, para dejarlo en manos del talibán. Como hoy hacen con Maduro y con los venezolanos, que somos, según la última declaración de Trump, enajenados mentales, delincuentes y monstruos, expresiones que gozan del apoyo de un sector opositor que se presenta como salvador de la patria.
¿Pueden ser ellos gobernantes del país o perdieron para siempre su legitimidad? Defender la soberanía es un deber moral de todos los venezolanos, pero además es una obligación legal y constitucional. Quienes se aparten de esas obligaciones se están colocando al margen de la Constitución y la ley. Se los recuerdo, para que lo tengan en cuenta.
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