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martes, julio 8, 2025
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Luis Fuenmayor…El sionismo y el adoctrinamiento social

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No conozco al autor del texto que a continuación publicaré. Lo tomé de la red social X.com, antes conocida como Twitter, el 28-6-2025, mientras leía, escribía y enviaba mis opiniones sobre distintas materias. Se trata del ciudadano Luis Felipe Faraj (@luisffaraj), a quien luego busque en la misma red para tener una idea de quién era.

Tomo su texto ya publicado, pues me pareció muy ilustrativo de lo difícil e importante que es desprenderse de creencias asumidas desde muy temprano en nuestras vidas, en lo que yo llamo “adoctrinamiento social”, una práctica cotidiana y permanente de todas las sociedades.            

“Salí del sionismo de una forma sencilla, pero dolorosa. Crecí en un ambiente neoevangélico y bautista conservador. En ambos contextos, jamás se planteó siquiera la posibilidad tradicional cristiana de que la Iglesia es el verdadero Israel, diferenciada del Israel del Antiguo Testamento como pueblo étnico.

Esta omisión, me llevó a promover sin reservas el sionismo, el dispensacionalismo y toda una cosmovisión asociada. Estaba ciego y extraviado, como veo hoy a muchos de mis hermanos en la fe. Me reconozco en ellos, porque yo también defendía irracionalmente, capa y espada, los actos de los israelitas. Y, en más de una ocasión, opté por hacerme el ciego ante la muerte de inocentes causada por bombardeos israelíes. Por supuesto, lo negaba. Era un negacionismo disfrazado de piedad: era «imposible» que el «pueblo escogido de Dios» hiciera eso. Todo debía ser propaganda yihadista, nazi, o antisraelí. 

Fue entonces, ya en mi etapa universitaria, cuando comencé a estudiar de forma académica el terrorismo y el genocidio -tema de mi tesis de graduación- que empecé a incomodarme profundamente.

Mi alma máter es dispensacionalista y sionista, pero, con justicia, nunca reprimieron la libertad de pensamiento. Nunca me sancionaron por disentir ni me bajaron la nota. De hecho, los textos que nos entregaban provenientes de expertos en contraterrorismo como Bruce Hoffmann, entre otros, me permitieron acceder a datos objetivos que fueron una bofetada.

Ahí descubrí las atrocidades cometidas no solo por Irgún y Lehi, sino también por la Haganá, organización que más tarde se transformaría en lo que hoy conocemos como las Fuerzas de Defensa de Israel.

La Haganá estuvo involucrada en múltiples asesinatos de civiles inocentes durante el periodo del mandato británico en Palestina. En Lubya, masacraron a dos hombres, una mujer, una niña pequeña y un bebé, justificándolo como un acto de venganza.

También hundieron el barco SS Patria, utilizado por los británicos para deportar inmigrantes judíos, provocando la muerte de 267 personas.

En 1948, participaron en el bombardeo del Hotel Semiramis en Jerusalén, alegando que era un centro militar árabe, cuando en realidad murieron alrededor de 25 civiles, entre ellos niños y niñas.

A esto se suman ejecuciones de prisioneros y más muertes de menores durante la guerra de 1948. Su líder, David Ben Gurión, fue el primer ministro de Israel: un hombre que dirigió una organización responsable de asesinatos y; sin embargo, es celebrado como “padre fundador”.  Más adelante, Menachem Begin, cabecilla del grupo terrorista Irgún, se convirtió en el sexto primer ministro de Israel.

El Irgún bombardeó el Hotel Rey David, y el ataque resultó en la muerte de 91 personas, según la Encyclopedia of Terrorism. Entre las víctimas hubo 28 británicos, 41 árabes y 17 judíos. Así fue como comprendí que el Estado moderno de Israel nació de la violencia, el terrorismo y la limpieza étnica, y que las organizaciones que cometieron estas atrocidades fueron simplemente rebautizadas para darles legitimidad.

Cuando vi la evidencia objetiva -no opiniones, hechos- me vi obligado a preguntarme: ¿Estoy del lado correcto? Fue ese el punto de inflexión. Y desde ahí, comencé a ver con otros ojos. No podía creer que esta información se me había ocultado.

Acciones similares se justifican hoy en día bajo el respaldo del neoevangelicalismo dispensacionalista que nació con John Nelson Darby, y con el visto bueno de la ONU, que consolidó un Estado secular al que, si no lo bendices, te tachan de antisemita. Gaza, el ejemplo perfecto.

A partir de esa apertura, comencé también a investigar lo que enseñan algunos textos talmúdicos sobre mi señor Jesucristo: que está en el infierno, cubierto de excremento, y que su madre -la Virgen María- fue una mujer promiscua. Nada más antagónico al cristianismo.

Empecé a ver también que el Estado de Israel es profundamente secular y está implicado en múltiples áreas del globalismo: desde la industria pornográfica hasta el transhumanismo y la manipulación tecnológica. Donde uno investiga, ahí aparece su influencia.

Descubrí, también, su papel histórico en las revoluciones bolcheviques y en la consolidación de movimientos ideológicos que provocaron millones de muertes. En la actualidad, su influencia política y de inteligencia distorsiona incluso la política del país donde vivo, Estados Unidos, manipulando emociones a través del discurso eterno de la victimización. Sí, fueron víctimas del racismo histórico, pero también han sido victimarios.

Fue entonces cuando empecé a estudiar la voz unánime de los Padres de la Iglesia. Por más de 1.900 años, la enseñanza fue clara: el pueblo escogido de Dios no es una etnia, sino aquellos que están en Cristo. Lo dice Romanos, lo dice Gálatas. Lo dice toda la tradición cristiana. El linaje ahora es espiritual, no carnal”.

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