
No es la primera vez, ni será la última, que el Ejército de EE UU efectúe un despliegue militar, como el que estamos presenciando hoy en el mar Caribe. Ni siquiera es el primer despliegue efectuado por el presidente Trump, pues ya en su primer gobierno realizó otro de menor magnitud, también contra el Gobierno de Maduro e, igualmente, celebrado por los mismos anti nacionales que hoy lo aplauden.
Era esperable, desde que Venezuela fue declarada “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”, por el “demócrata” Obama, hace 10 años, se desarrollara un plan, previamente preparado, dirigido inicialmente a crear una matriz de opinión contraria al Gobierno de Maduro y a Venezuela, para luego, si era necesario, proceder a invadirla militarmente.
Es sorprendente, cómo calan en la opinión pública con tanta facilidad tal cúmulo de mentiras y calumnias, sin la necesidad de mayores pruebas, más allá de las simples acusaciones. Más sorprendente es ver cómo, las numerosas y contundentes pruebas en contrario, provenientes de agencias de Naciones Unidas y de otros organismos internacionales serios, especializadas en la materia, son desechadas alegremente, con los argumentos más pueriles, incluso por profesionales izquierdosos destacados.
Sin lugar a dudas, el mundo de hoy está incluso más polarizado que cuando existía la Unión Soviética y el bloque de países del llamado socialismo real. La verdad y la sindéresis no importan hoy, pues lo vital es derrotar al adversario, mediante su eliminación física. El ejemplo dado con la conducta exterminadora de toda una población, por parte de la entidad sionista genocida que llaman Israel, es más que demostrativo de lo que decimos.
Hay sin duda un recrudecimiento severo de los conflictos violentos en el mundo, ante los cuales no cabe el raciocinio, ni la verdad, ni las pruebas concretas de barbarie que se presenten. Esto facilita las acciones militares injerencistas de naciones agresoras como EE UU, no solo en América, sino en el resto del mundo.
Los adalides de la “libertad” bombardean en los cinco continentes y están listos para actuar contra nosotros, o por lo menos así nos lo quieren hacer ver. En 1983, con Reagan, invadieron Granada con 7 mil efectivos, para “proteger” a mil estudiantes estadounidenses de Medicina que allí se encontraban, quienes corrían peligro por la inestabilidad política aparecida con el derrocamiento del Gobierno socialista de Maurice Bishop, víctima de una fracción política de su mismo seno. Se argumentó la influencia cubana – soviética en el nuevo gobierno, el peligro para la seguridad de EE UU y la posible ayuda a los rebeldes centroamericanos.
En 1989, George W. Bush invade Panamá, para deponer al general Noriega, agente de la CIA desde que Bush la dirigía, con sueldo de 200 mil dólares anuales, quien fue acusado por los “libérrimos” y pulcros tribunales gringos de narcotraficante y quien había desconocido el supuesto triunfo electoral de Guillermo Endara.
Esta vez el despliegue fue de 28 mil efectivos (algunos dicen 40 mil) y 300 aeronaves, para proteger la vida de los estadounidenses residentes en Panamá, defender la democracia, los DD HH y apresar a Noriega, como golpe severo al narcotráfico. La similitud con los argumentos usados contra Maduro no requiere comentario. La originalidad no parece ser algo que les preocupe.
Granada declaró el día de la invasión como día de acción de gracias, Panamá lo declaró como día de duelo nacional. En ambas invasiones, las víctimas gringas sumadas fueron menos de 50, mientras las víctimas de los invadidos alcanzaron a varios miles, sobre todo en Panamá, donde el barrio El Chorrillo fue destruido.
Quien tenga cierta conciencia nacional condena una invasión militar extranjera en su patria. No importan los sesudos argumentos que se usen: los rusos, libaneses, chinos, iraníes, peruanos o gringos, que estén en Venezuela no son invasores, como no lo fueron los chinos, árabes, portugueses, italianos y españoles, que aquí se instalaron y prosperaron.
Venezuela con Bolívar no invadió a la Nueva Granada, Ecuador, ni a Perú, pues no eran países independientes, sino parte de España. Isis gobierna en Afganistán, donde fue puesto por EE UU; Al Qaeda gobierna en Siria, apoyado por EE UU; Hezbolá está en el Líbano, no en el Waraira Repano, y Hamás no se hospeda en el Humboldt, sino enfrenta el genocidio sionista israelí en Gaza.Enfrentar cualquier invasión es un deber patriótico y constitucional. Es una obligación. No importa quien gobierne, ni cómo haya llegado al poder.
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