Mi nombre es Arcenio Gamboa, y en el tablero de ajedrez soy un arsenal de gambitos. Soy matemático y físico de profesión; confieso que soy un perezoso en el estudio del ajedrez, mi juego es pura lógica, así es como he derrotado a los más fuertes maestros.
Recuerdo que conocí a Chinolo un sábado en la mañana, estaba sentado en la Plaza Las Heroínas (Mérida- Venezuela), tenía frente a él una caja de cartón a la altura de sus rodillas, sobre la caja un hermoso tablero de ajedrez en madera de piezas talladas a mano, el cual en seguida llamó mi atención, me le acerqué y le pregunté: “¿Está a la venta?”, respondió: “¡no, cómo se te ocurre!”.
Intenté entablar conversación con una segunda pregunta: “¿Es usted maestro?”. Sonrió y respondió: “Maestro es aquel que soñó nuestro encuentro y hoy nos tiene aquí frente a frente”.
“¿Y es usted de por aquí?”, realicé una tercera pregunta; esta vez soltó una carcajada y respondió: “Yo soy de todas partes, y no soy de ningún lado, ¿y tú?, ¿Todo lo preguntas? Señaló el tablero y me invitó a jugar: “juguemos que para luego es tarde”. Me cedió las piezas blancas y sacó la dama negra del tablero para darme ventaja; extendió su mano y se presentó: “Chinolo, me llaman el poeta Chinolo”, estrechando su mano y con fuerte apretón respondí: “Gamboa”, y realice mi jugada e4, para luego de ciertos movimientos de apertura regresar la ventaja ofrecida, y que había aceptado por respeto.
Verdaderamente que el viejo poeta jugaba duro, en un difícil final de caballo contra alfil caí derrotado, a pesar de su victoria me felicitó intercambiando el color de las piezas sin ofrecer esta vez la ventaja de la primera partida. Señaló a Las Heroínas sobre la fuente y dijo: “Esas son las partidas que jugaremos, una en honor a cada una de ellas. Sabes, ellas son mis musas en este juego, ya una de ellas, mi Anastasia, me obsequio la primera victoria, veamos que sigue”.
Continuamos jugando, y para la segunda partida el score estaba igualado a una victoria de cada lado, el maestro estaba entusiasmado con mi estilo de guerra y defensa. “Tienes talento Gamboa, has conquistado una de mis musas, María Ignacia”.
La tercera partida fue dividida, dos monarcas a caballo y María Simona se ubicó en el centro del tablero para anunciar las tablas. Rápidamente, preparamos las tropas para iniciar la cuarta ronda, Chinolo sonreía y me decía: “Arcenio, has sabido mover las piezas en este duelo, te felicito, pero la bella María Isabel es fiel en mis batallas, en esta no durarás mucho”. Y así ocurrió, caí derrotado, dejándome enredar en un laberinto táctico. El maestro miró el reloj en su muñeca, ya era casi mediodía, señaló a la 5ta heroína sobre la fuente y me dijo: “Ya con ella me despido Gamboa, ha sido un placer jugar contigo”, juegan blancas…
Con entusiasmo jugué e4 nuevamente, y el maestro respondió…e5, el corazón casi se me salía del pecho cuando jugué f4 y vi a Chinolo aceptar el gambito… “Vaya, vaya, Arcenio Gamboa, gambeteando con su gambito, ojalá su partida no se vuelva un garabato”. La lucha se tornó violenta, la táctica se hizo presente y en la jugada 20 pude percibir el error de mi adversario, 8 jugadas después pude acompañar mis palabras con un apretón de manos: “Lo siento poeta, pero María Rosario es mía”, y me llevé a su musa…
Una partida sangrienta… Gambito de rey
Chinolo Vs. Gamboa:
1e4 e5 2f4 exf4 3Cf3 g5 4Ac4 Ag7 5d4 Cc6 6 0-0 Ch6 7 Cxg5 Dxg5 8Axf4 Axd4+ 9Dxd4 Cxd4 10 Axg5 Cxc2+ 11 Axh6 Cxa1 12 Axf7+ Re7 13 Cc3 Cc2 14 Cd5+ Rd6 15 Af4+ Rc6 16 Tc1 Tf8 17 Txc2+ Rb5 18 Ah5.
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