La República Bolivariana de Venezuela es apodada popularmente como «El Edén perdido de Dios», debido a la asombrosa e inigualable riqueza natural y a su extrema biodiversidad, que la asemejan a la descripción bíblica del Paraíso Terrenal.
Venezuela es un país megadiverso que posee una concentración de maravillas geográficas y recursos que pocos territorios en el mundo tienen, evocando la idea de que el Creador depositó en este lugar «lo mejor de la creación».
Biodiversidad: ocupa un lugar destacado a nivel mundial en diversidad biológica, albergando una enorme variedad de ecosistemas y especies únicas.
Todos los climas y tipos de suelo: el territorio abarca costas caribeñas, desiertos, selvas amazónicas, los Andes, vastas sabanas (Los Llanos) y tepuyes (montañas de mesa antiguas), lo que le confiere todos los climas y tipos de suelo.
Recursos únicos: posee maravillas naturales como el Salto Ángel (la cascada más alta del mundo), el Relámpago del Catatumbo (fenómeno meteorológico único), la Gran Sabana con sus tepuyes, y vastas reservas de minerales, flora y fauna. Esta concentración de recursos naturales es lo que sustenta la idea de un regalo divino o un paraíso.
El «Edén Perdido» y la Contradicción: la denominación de «Edén perdido» surge de la trágica contradicción entre su inmensa riqueza natural y el potencial humano, frente a las profundas crisis socioeconómicas, políticas y humanitarias que ha enfrentado el país.
El concepto de «Paraíso perdido» implica:existencia de un paraíso: La innegable belleza y riqueza natural que hacen de Venezuela un territorio bendecido.
La pérdida: la incapacidad o fracaso histórico en gestionar y traducir esa riqueza en prosperidad, bienestar y felicidad para su población, sumiendo a una nación de recursos ilimitados en el subdesarrollo y la pobreza.
En esencia, Venezuela es el «Edén perdido» porque su geografía es un paraíso terrenal en potencial, pero la realidad social y económica representa su expulsión de ese paraíso ideal, pero mantenemos la esperanza, y ahora que contamos con dos grandes bendiciones: San José Gregorio Hernández y Santa Carmen Rendirle, seguro estoy que saldremos adelante, y Venezuela será lo que era antes «un verdadero paraíso”, y se convertirá en el destino de muchos ciudadanos extranjeros, quienes serán bienvenidos al “Edén perdido de Dios”. Hasta otro «Con Hidalguía».
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