
El Ejército israelí interceptó este miércoles una flotilla de nueve embarcaciones que intentaban quebrantar el bloqueo naval impuesto a la Franja de Gaza. Según informes de las autoridades israelíes y los organizadores de la flotilla, decenas de activistas fueron detenidos y trasladados a territorio israelí, donde serán procesados y deportados.
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Según medios locales la flotilla, que transportaba alimentos y suministros médicos destinados a hospitales en Gaza, llevaba a bordo a 145 personas de diversas nacionalidades, incluidos ocho ciudadanos españoles.
Entre los pasajeros se encontraban médicos, políticos y legisladores de varios países, así como dos ciudadanos israelíes. La operación se produjo una semana después de que otra flotilla, que incluía a figuras como Greta Thunberg, fuera también detenida en un intento de llevar ayuda humanitaria a Gaza. A pesar de la deportación de la mayoría de los activistas, algunos aún permanecen detenidos, incluyendo a seis personas de Noruega, Marruecos y España.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel calificó la intervención como una «acción legítima» para proteger su seguridad y reforzar el bloqueo sobre Gaza, al que consideran esencial para evitar el ingreso de armamento a manos de Hamas. De acuerdo con Israel, la flotilla intentaba ingresar a una zona de combate en aguas internacionales, lo cual, según su postura, representa un intento infructuoso de violar un bloqueo legal.
Los activistas, sin embargo, condenaron la acción, calificándola de «arbitraria e ilegal». Durante la intervención, varios medios transmitieron en vivo imágenes de las lanchas rápidas israelíes aproximándose a las embarcaciones y abordando a los pasajeros, lo que fue interrumpido poco después. Los organizadores señalaron que también fueron sobrevolados por helicópteros israelíes, aunque no se reportaron heridos.
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El incidente ha desatado condenas internacionales, especialmente de países como Turquía, que ha tachado la operación de «piratería» y una «grave violación del derecho internacional». Además, el gobierno turco ha expresado su firme intención de gestionar la liberación de sus ciudadanos detenidos, en colaboración con otras naciones implicadas. Por su parte, Italia vivió protestas y una huelga general en respuesta a las medidas tomadas por Israel, mientras que las autoridades israelíes han negado las acusaciones de malos tratos hacia los activistas deportados.
Este nuevo intento de romper el bloqueo se da en un contexto de creciente frustración ante las severas restricciones de acceso a Gaza, que se encuentran en el centro de las críticas internacionales.
Las flotillas, en este sentido, buscan romper el cerco impuesto a Gaza y proporcionar ayuda a una población que enfrenta enormes dificultades. Los activistas subrayan que su objetivo es establecer un «corredor humanitario marítimo» que permita el ingreso de recursos de manera más efectiva, dada la limitación de las vías terrestres.