La República Islámica de Irán enfrenta actualmente un panorama de profunda inestabilidad social y financiera que ha puesto en jaque la gestión del presidente Masud Pezeshkian. Durante las últimas jornadas, el centro de Teherán se convirtió en el escenario de intensas manifestaciones protagonizadas por comerciantes, quienes decidieron bajar sus persianas para denunciar una hiperinflación galopante y el costo de vida insostenible.
Esta ola de descontento, que tuvo su origen en el sector de la telefonía móvil y se propagó rápidamente por la capital, fue enfrentada en diversos puntos por las fuerzas de seguridad, quienes emplearon gases lacrimógenos para dispersar a los grupos de ciudadanos que exigían soluciones inmediatas.
El núcleo de la crisis reside en el desplome histórico del rial iraní, que recientemente superó la barrera de los 1,4 millones por dólar en el mercado informal. Esta depreciación crónica no solo ha pulverizado el ahorro de los ciudadanos, sino que ha generado una volatilidad de precios tan extrema que muchos negocios prefieren suspender sus ventas antes que perder dinero por la incertidumbre cambiaria.
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Según los últimos reportes del Centro de Estadísticas, la inflación interanual ha escalado hasta el 52 %, un fenómeno alimentado por una gestión interna cuestionada y el endurecimiento de las sanciones internacionales vinculadas al programa nuclear del país, las cuales limitan drásticamente el flujo de divisas y el comercio exterior.
Respuestas oficiales y movimientos políticos
Ante la magnitud de las protestas, el presidente Pezeshkian ha intentado calmar los ánimos instruyendo al Ministerio del Interior para que establezca canales de diálogo con los representantes de los manifestantes, reconociendo la legitimidad de sus demandas económicas.
En un movimiento estratégico para intentar recuperar la confianza de los mercados, el Gobierno anunció el regreso de Abdolnasser Hemmati como gobernador del Banco Central, una figura que ya ocupó el cargo anteriormente y que ahora asume el reto de reformar el sistema monetario en medio de un clima de máxima tensión.
Mientras tanto, el Parlamento ha instado a tomar medidas urgentes para proteger el poder adquisitivo, aunque las autoridades también han advertido que no permitirán que el malestar económico sea utilizado para generar caos social




