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jueves, diciembre 11, 2025
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Así afectan la ansiedad y el insomnio a nuestras defensas

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Un tipo específico de células de nuestro sistema de defensas, encargadas de luchar contra los virus, las bacterias y otras amenazas, se encuentra reducido en las personas que sufren ansiedad o insomnio, según indica una nueva investigación. Se trata de una nueva demostración de la conexión entre nuestro estado mental y el sistema inmunitario.

No es solo una impresión: cuando nuestro estado de ánimo no pasa por su mejor momento o hemos descansado poco nuestras defensas (el sistema inmunitario) se debilitan. El estrés, la ansiedad y la depresión afectan negativamente al sistema inmunitario, según han confirmado diversos estudios. La ciencia también ha demostrado que un estilo de vida relajado ayuda a combatir las infecciones, reseñó Cuídate Plus.

La investigación en el ámbito de la inmunología está desvelando poco a poco los mecanismos y las células del sistema inmunitario que son sensibles a nuestro estado mental y otros factores estresantes.

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Según un estudio publicado en la revista Frontiers in Immunology un tipo especializado de células defensivas, los linfocitos NK (natural killers o asesinos naturales) disminuyen en las personas con ansiedad o insomnio, con la consiguiente reducción de la respuesta inmune.

Los ‘guardaespaldas’ del sistema inmunitario

Los linfocitos NK se pueden considerar los guardaespaldas del sistema inmunitario. Como primera línea de defensa, destruyen patógenos invasores (virus y bacterias, principalmente), cuerpos extraños y células infectadas en etapas tempranas, impidiendo así su propagación.

 Los autores del nuevo trabajo resaltan que se trata de dos condiciones que pueden interferir en el normal funcionamiento del sistema inmunitario

Las células NK pueden circular por el torrente sanguíneo o residir en tejidos y órganos. Una cantidad insuficiente de este tipo de linfocitos puede provocar disfunciones del sistema inmunitario y aumentar la susceptibilidad a padecer enfermedades.

Respecto a la ansiedad y el insomnio, los autores del nuevo trabajo resaltan que se trata de dos condiciones que pueden interferir en el normal funcionamiento del sistema inmunitario y, además, están aumentando en buena parte de los países del mundo. Su investigación consistió en analizar la relación entre estas células defensivas, la ansiedad y el insomnio en un grupo de mujeres estudiantes.

Los análisis de sangre de las jóvenes que sufrían síntomas de ansiedad mostraron menos células NK circulantes, mientras que las que padecían insomnio presentaban un menor número total de estos linfocitos.

La gravedad de los síntomas también influía, ya que las participantes con síntomas de ansiedad moderados y graves presentaron un porcentaje significativamente menor de células NK circulantes que las que no tenían ningún síntoma.

Es más, las estudiantes con síntomas de ansiedad mínimos o leves tan solo mostraban una disminución estadísticamente no significativa en el porcentaje de células NK. Asimismo, en quienes padecían síntomas de insomnio, las puntuaciones más altas de ansiedad se asociaron negativamente con la proporción total de células NK circulantes en la sangre.

Implicaciones en el desarrollo de enfermedades

Los autores de este análisis exponen la relevancia potencial de sus hallazgos: una reducción significativa de los linfocitos NK puede provocar el deterioro del sistema inmunitario, lo que puede desencadenar diversas enfermedades, como cáncer y trastornos mentales (por ejemplo, depresión).

“Comprender la forma en que estos factores influyen en la distribución y la actividad de las células inmunitarias, especialmente las células NK circulantes en la sangre, puede proporcionar información valiosa sobre los mecanismos subyacentes a la inflamación y el desarrollo de cáncer”, señala Renad Alhamawi, primer autor del estudio y profesor adjunto de inmunología e inmunoterapia en la Universidad de Taibah (Arabia Saudí).

Las recomendaciones parecen claras: según han sugerido distintos estudios previos, un estilo de vida saludable, con especial hincapié en la práctica de actividad física de forma habitual, la reducción del estrés y una dieta sana y equilibrada, puede contribuir a aumentar la cantidad y la función de las células NK.

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