En un mundo donde el amor propio se ha convertido en una consigna de redes sociales, es fácil confundirlo con mensajes superficiales de autoayuda o con la idea de que basta con repetirse afirmaciones positivas frente al espejo para lograrlo, sin embargo, esto es un proceso profundo, dinámico y, en muchos casos, desafiante, así lo explicó Gabriela Carolina León, psicóloga con visión social y perspectiva de género.
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La especialista dijo que, cuando se habla de amor propio, no se trata de una meta a alcanzar, sino de una forma de relacionarnos con nosotras mismas desde la autenticidad, el respeto y la compasión.
Mirada integral
“He observado como el amor propio es condicionado por factores externos, desde mandatos familiares y culturales hasta la forma en que las mujeres han sido socializadas en roles de cuidado y sacrificio. Por eso, entenderlo desde una mirada integral es clave para abordarlo de manera efectiva y transformadora”, dijo la especialista.
León sostiene que el amor propio es la base de la relación con nosotras mismas y “se refleja en la manera en que nos hablamos, nos cuidamos, tomamos decisiones y establecemos límites. Es el reconocimiento de nuestro valor sin la necesidad de validación externa y la capacidad de construir una vida alineada con nuestras necesidades y deseos”.
Sin embargo, dejó claro que esto no se construye de la nada. “Es un proceso que se moldea con nuestras experiencias, las expectativas impuestas por la sociedad y, muchas veces, las heridas emocionales que cargamos desde la infancia. La cultura del rendimiento y la productividad nos ha llevado a creer que solo somos valiosas si estamos en constante éxito y superación, y aunque el crecimiento personal es parte del proceso, el amor propio no significa exigirse constantemente, sino también permitirse el descanso y la imperfección”.
Destacó que el amor propio no es un punto de llegada, sino una brújula que nos guía a lo largo de la vida.
“No se trata de sentirse bien todo el tiempo ni de tenerlo todo resuelto, sino de comprometernos con nuestro bienestar, respetar nuestro proceso y permitirnos evolucionar. La clave no está en convertirse en la versión perfecta de una misma, sino en aprender a ser suficiente en el presente, con nuestras luces y sombras, con nuestros avances y retrocesos, porque, al final del día, el amor propio no es un destino, es el viaje más importante que podemos emprender”, señaló la psicóloga.
