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Antes, mira “Chemón”, con qué te quitaste la gedentina de los sobacos? Después, qué estás usando en las axilas? Que tu violín me pega. Antes, “Tito”, ese hijo de “Mencho” si es fachoso, sobra’o y pleitista, después, ese tipo se la da de taquititaqui, pantallero y camorrero. Antes, fulano si es tramposo, bellaco, mala paga y delincuente. Después, ese lo que es un rolo ‘e vivo, mafioso y tracalero.
Antes, fulano se ve como amanerado, peladiente a los hombres; después, ese lo que es un transformista, pato y más rico que los demás. Antes, tremenda churra se amarró fulano, eso no es, esa es una pea, es un peón; después, fulano llegó ebrio, con tremenda curda, botando el hígado, antes pásame el silletón, la silleta ‘e cuero, el taburete y el garrote; después, alcánzame la mecedora, la cama de mimbre y el bastón.
Antes, fulana me la está jugando con cuatro tipos, me monta cacho; después, mi reina tiene muchas relaciones cada año, me pare un muchacho, seguiré narrando otras visualizaciones en mis cortos añitos, aproximadamente, entre los 4 y 6 años en mi pueblito Tartagal.
Una tía mía de nombre Jorgina, le dijo a su hijo Felipe, “Pipe, anda al conuco, y despegai medio saco de mazorcas de mai, lo desojai, lo sancochai y lo molei pa’ hacele arepa a tu papa, que está por llegá del trabajo”. El muchacho se puso a jugar en la calle con los amigos y se le olvidó lo que le ordenó mi tía.
Ella se enfureció y le gritó con un pedazo de mecate en la mano, “mira zarandajo ‘e porfiao, toavía no hay traío el mai, este mecate te va a cae en el cuerpo cuando llegue tu papa, por porfia’o”.
Otra señora de nombre Encarnación despidiendo a su hijo Merquiades le dice: “a mundo Merquia, cuándo volverás a volvé”, y el hijo responde “no sé mama, lo único que sí le aseguro es que cuando me vea llegá fue porque volví”. Se abrazaron y lloraron, y “Ñoñengue”, como le decían, agarró rumbo a Caracas.
Otra tía de nombre Clara con su hijo Marcial, un día le dice mi primo Marcio a mi tía lo siguiente: “Mamá, a buen cucharón se gasta mi suegra”, y ella le responde “muchacho e’ sipote, esas cosas no se divulgan, tú tienes que respetarla y a su marido, y a tu mujer también”, y él le dice: “mama usted está pensando mal, yo hablo es del cucharón conque sirve el sancocho, en los platos en el fogón”.
Recuerdo de esos años a un legendario señor, con una agradable conversación, de nombre Gregorio Garrido, con una cultura nata, de buen carácter pero muy moderado y equilibrado en sus actuaciones como jefe de caserío durante muchos años.
Un lunes por la mañana, llega a la casa de la señora Eladia y le pregunta: “señora, su hijo a quien le dicen Jurao se encuentra? Si está, por qué lo buscai? Pa’ que me diga por qué iba matando a el hijo de Froilán de un planazo”.
En eso sale Amenodoro y dice: “Compa Gollo, que desea conmigo”, le dice el jefe: “mijo, yo sé que usted es buena persona, pero Víctor “El chuto” me dijo que pasaba un zagaletón berreando de dolor y que le preguntó ¿qué le pasó vale vale? Jurao, que me dio un planazo entre costilla y lomo, y eso ¿en una pelea? No, que tenía ganas de chupame una naranjita y cuando ya tenía un saco lleno llegó él y de vainita no me mató”.
Otro cuento de mi computador personal, con experiencias vividas entre Independencia, San Felipe y Tartagal, que en la universidad de la vida todos podemos dejar para el futuro lo que se pueda plasmar; gracias para todos los que me han sabido apoyar.
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