El silencio como actitud cómplice en la relación de pareja es también una respuesta, todo un artífice encubierto con el fin de entender e interpretar un desacuerdo.
Un nuevo capítulo se abre ya no en solitario, sino coordinado y con objetivos específicos y claros, cuya duración depende de la comprensión sobre límites y acuerdos entre las partes.
La base, pienso, se sustenta en tener claro que el deseo no es amor, que no somos lo que aparentas ser, que lo físico es fugas y que lo permanente y eterno son los sentimientos, que la relación de pareja es un terreno minado y cualquier imprudencia puede tener un costo muy alto.
Demostremos quienes somos desde un comienzo dejando al margen la terquedad, el egoísmo y la intolerancia, sin duda evitaremos conflictos; un ejemplo práctico de cómo llevar una relación de pareja es cuidar, mantener y proteger los intereses de la comunidad conyugal con el fin de obtener la mayor rentabilidad del “negocio”.
Que en circunstancias puntuales no haya sonido alguno, no quiere decir que no haya comunicación; en oportunidades el silencio dice más que mil palabras.
Seamos discretos. Recuerda que el ser discreto protege nuestra dignidad. Hagamos del silencio nuestro cómplice y poder llegar a compartir una vejez digna a feliz término en la relación de pareja. El sueño y anhelo de los recién casados… ¿o no? De cualquier manera, el compromiso es todo un enigma. Hasta otra travesía…
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