Era el mes de noviembre de 1963, en uno de sus días, es asesinado el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. La maquinaria política más poderosa del primer mundo, hacía sus preparativos para la elección presidencial en el país más fuerte del mundo.
El presidente Kennedy aspiraba a ser reelecto y pertenecía al Partido Demócrata en el poder. A su equipo le preocupaba el espíritu de facción existente en este partido en el estado de Texas. La dupla Kennedy-Johnson, había ganado la elección en ese estado por 46.233 votos. Esto era una cifra exigua que no garantizaba el triunfo en las elecciones a celebrarse el otoño siguiente.
Parte de la razón de estas diferencias internas entre los demócratas, tenía una causa: el gobernador demócrata de Texas John Connally y el senador por ese estado Yarborough, presidían un espíritu de facción.
Era necesario que ambos cesaran sus rivalidades, que llegaran a una tregua para garantizar el triunfo del presidente Kennedy y su vicepresidente Lyndon Johnson en las elecciones próximas a realizarse.
Se trazó una estrategia para atacar de inmediato esas divisiones. Así, se planificó un viaje del presidente Kennedy al interior de Texas, el estado de la estrella solitaria en su bandera, distante a más de 1.000 kilómetros de Washington. Citemos ciertas peculiaridades poco conocidas de ese viaje:
El plan era pasear a Connally y a Yarborough, uno al lado del otro, por las principales ciudades del estado, aparentemente, reconciliados. Este punto concluía con una visita del presidente Kennedy al rancho del vicepresidente Johnson a una comida texana.
Se dice que Kennedy dudaba en ir a Texas, llegó a decirle a uno de sus colaboradores: “Me gustaría no tener que ir a Texas”.
Kennedy, después de analizar la situación fríamente, de mala gana tomó la decisión de ir a Texas. En esa etapa, vale destacar, que en el ámbito internacional el presidente de Francia el general Charles De Gaulle había asumido actitudes contra Estados Unidos, que podrían calificarse como intratables.
Entonces, el presidente Kennedy decide comenzar a estudiar francés con la profesora Jacqueline Hirsch. Por cierto, este le preguntó a la profesora, ¿cuánto tiempo tardaré en aprenderlo? y ella consideró un año. Kennedy, respondió: “Apuesto a que lo hago en seis meses”.
Está enseñanza se mantuvo en secreto, pues la estrategia del Presidente era aprender francés y sorprender al general De Gaulle, negociando con él en su propia lengua.
Era la época en que el presidente Kennedy comenzaba a padecer presbicia a consecuencia de la edad, y en privado, no en público, usaba lentes. Esto solo lo llegaron a ver sus más cercanos colaboradores.
Los preparativos del viaje a Texas avanzaban. Cada día se concretaban más. Como el motivo del viaje era electoral, el Comité Nacional Demócrata iba a pagar el combustible necesario para el avión presidencial, y sacaron los cálculos basados en criterios de las fuerzas aéreas, estimándose tal costo en la cantidad de 23 mil dólares por hora de vuelo.
El viaje originó temores, entre ellos, un ciudadano, creo que abogado llamado Byron Skelton, dirigió una carta al ministro de Justicia, sugiriendo que el “Presidente no pasara por Dallas» y se estudiara la posibilidad de cancelar la visita a la ciudad.
Investigaciones posteriores comprobaron que el chofer del vehículo Lincoln presidencial no había sido entrenado para ello, y debía ir pendiente del vehículo que le precedía, pues no conocía la ruta presidencial, ¡nunca la había recorrido!
Aquel 22 de noviembre de 1963, día de su asesinato, el Presidente se encontraba en Texas, una ciudad hosti a su persona, a los demócratas. No es un secreto que en la campaña del 60 las amas de casa, amotinadas, escupieron a Lyndon Johnson, y la señora Johnson, ante esta visita, se frotaba las manos con nerviosismo.
El alcalde de Dallas pidió a sus ciudadanos que se liberaran de la reputación de ser la capital del odio. Había temores por la seguridad del Presidente. Luego la Comisión Warren no encontró la prueba de que el crimen de Oswald estuviera relacionado con tal atmósfera de odio.