En la vida nada se obtiene si no hay ningún esfuerzo. Eso de señalar, por ejemplo, que el Creador, porque es bueno y benefactor, ha de proveerte sin tu hacer nada, te condenará a la muerte. Lo contrario, es creerse que uno estará siempre por encima de la razón, con lo cual las cosas serán más fáciles, gracias a que hay una providencia personal, donde el Creador realizaría toda acción; es decir, uno se ayuda y ayuda a Dios a hacer las cosas más fáciles. Es Él quien hace todo.
El discernimiento es lo que nos permite que la mente alcance lo que nos proponemos, pero eso sí, con la ayuda del hombre, con trabajo y con esfuerzo. Eso es lo que le agrada al Creador, él desea que uno se sienta de esa forma y eso es lo que se llama “el camino de la verdad”. Hay una providencia personal y esa providencia personal tiene la presencia de la voluntad del Creador. Él hace que uno se sienta así.
Comprendiendo, entendiendo e internalizando esta gran verdad, entonces nos ayudamos con los rezos, con las oraciones al Creador para que nos proporcione trabajo, nos proporcione la solución a nuestros problemas, nos ayude con nuestros esfuerzos, para que las cosas sean más fáciles, para lograr ser recompensados; rezar porque el éxito llegue, sin que exista ningún trabajo ni esfuerzo.
“Por favor, Señor, salva; por favor, Señor, triunfa” Salmo: 118:19-25, en el que le clamamos al Creador que nos abra las puertas para entrar como justos. “…Señor, ¡te ruego que vengas a salvarnos! ¡Te ruego que nos concedas la victoria!
Estas peticiones son válidas, con ello y con todo lo que nos podamos ayudar, no son sino el esfuerzo nacido del saber discernir sobre lo bueno y lo malo, sobre el descubrir aquellas verdades que permanecen ocultas a nuestros ojos. Y así es como las peticiones salmísticas son recursos, siempre y cuando sean hechos para bien.
En los tiempos medievales, para la consecución de un bien, hubo muchos recursos y que fueron usados como amuletos, como hechizos. La idea era lograr lo que se proponían las personas para contrarrestar las situaciones adversas. Un recurso para el discernimiento lo encontramos en el libro de Claude Lecouteux “Diccionario de palabras mágicas y hechizos” en las páginas 3 y 4, donde se lee que al usar las palabras “abba†theos†behetimyhat†hehem†ruhos†bethar†husurnhunt†hetarius†theos†” La persona que le pide a Dios pronunciando estas palabras tendrá siempre discernimiento para alcanzar aquellas cosas que se proponga.
Decodificando este hechizo, reconocemos varias palabras griegas como “abba” que significa “padre”, theos significa Dios; ruhos es probablemente la palabra ruach que significa espíritu. Complementando con el resto de palabras utilizadas, estaríamos pidiéndole a nuestro Dios padre que en lo espiritual nos ayude a discernir entre lo bueno y lo malo.