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miércoles, septiembre 18, 2024
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Tras las huellas de mis pasos: Manolo Bracho

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Ya sabemos que no morimos; es decir, la muerte no existe. Somos una energía que hace que seamos lo que somos, incluso lo que queremos ser. Por los seres que queremos sentimos un amor profundo, un amor ganado por los años conocidos, un amor ganado por las cosas compartidas, por el trabajo común que pudimos haber realizado, por el saludo diario aún en la distancia, por aquellas tendidas de mano en alguna necesidad. Un amor profundo al que el dolor le pega cuando es causado por una pérdida. Ese dolor aparece cuando se pierde el ser al que hemos apreciado.

Jose Manuel Bracho, así de sencillo Manolo, ha muerto. Ya desde su enfermedad me amenazaba el duelo porque con él hubo un aprecio mutuo desde mis inicios en la radio, más en concreto Radio Chivacoa hoy Radio Alegría por allá por los años setenta. Si, con Manolo Bracho hice mi primera guardia en radio. El entusiasmo era de grandes emociones en la medida en que avanzaban las horas; siempre que anunciaba una canción, él levantaba el pulgar en señal de consentimiento, de calidad.

Luego vinieron las grabaciones, las transmisiones remotas, en especial los espectáculos públicos y así el día a día hasta que encontré mi norte en Radio Tricolor. Pero quedó sembrada la amistad, esa que no muere ni en los tiempos, ni en las distancias y que se fortalece con esas vivencias que nos acompañaron siempre y que afloraban en cada reencuentro.

Llegó a Radio Chivacoa cuando Germán Lucker era su director, siguió con Freddy Andrade, luego Pedro Luis Sánchez Ozuna. Me atrevo a señalar que fue el primer operador profesional de radio que ha tenido Chivacoa, jefe de grabación, jefe de programación, publicista. Esposo de Lola Conde de Bracho, la primera mujer de Chivacoa en operar una emisora. Vinculó a sus hermanos en el medio: Adelys operador y Luis Alberto el Andino publicista de los eventos remotos.

Artistas, políticos y aquellos que por alguna u otra razón requerían de una entrevista radial conversaban primero con él. Me quedó una anécdota ingrata que la convertí en grata por el personaje involucrado: En Radio Tricolor conversé con Ricardo Montaner, cuando Ricardo Montaner no era Ricardo Montaner, para visitar a Radio Chivacoa. Pasamos toda la mañana del domingo, sentados en la acera de la panadería que estaba ubicada frente a la radio esperando a Manolo para la entrevista. A las diez llegó hecho un ocho y sin las llaves. Solo nos saludamos, y nos regresamos a Barquisimeto. Montaner tenía agenda con Radio Tricolor en esa semana aniversaria.

Bueno, ya Manolo ocupa otro plano en ese peregrinaje que traza Dios a sus hijos. No hay dolor para la despedida, quedan los espacios abiertos para el recuerdo. Dejo un aplauso a su alma por un buen retorno al Creador.

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