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viernes, noviembre 22, 2024
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Tras las huellas de mis pasos: Agradecimiento

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“Cuando vivimos con una conciencia de gratitud y vemos cada día como un obsequio Divino, nuestra vida crece y florece con milagros”

Berg

Agradecidos debemos vivir todos los días por lo que tenemos, por lo que el Creador nos ha dado, más que más, menos que menos, no importa. El agradecimiento tiene que vivir en nuestros corazones. Aún tan alto, aún tan bajo, ha de ser un privilegio. Lo interesante, para la mejora, es sacar el mejor provecho a tal privilegio, porque de una u otra forma es una fuerza que se tiene para la realización de la sagrada labor que hay por delante.

No pongamos en olvido la importancia de las palabras: “Te agradezco por la gracia que Tú me has concedido y por la que Tú me concederás en el futuro” (anónimo), expresión sagrada cuya inspiración nos permitirá remontar la cuesta y llegar más alto. Y esa altura trae júbilo y alegría al corazón, nos ayuda al cultivar relaciones positivas, felicidad y milagros.

Lo importante también es que, el agradecer no requiere de mucho esfuerzo; no hay que esperar que ocurran hechos positivos en nuestras vidas, tampoco hay que buscar por medio de las bendiciones el vencer los desafíos para sentir gratitud y, si la vida nos presenta obstáculos no caigamos en la tentación de creernos víctimas, menos culpar a los demás porque nuestra vida es dura. No existen las casualidades. Toda persona que se cruza en nuestro camino tiene un propósito: nos da la oportunidad de crecer y ello merece también nuestro agradecimiento.

Esto es lo que hay que apreciar. Cuando una persona se cruza con nosotros, tenemos que comprender que es un canal de luz que nos está ayudando a aprender acerca de nosotros mismos, porque nos eleva la conciencia y nos conduce al apego de bendiciones, a no separarnos de esas sabias fuentes: perdona y bendice al que te obstaculiza, agradece que te ha hecho corregir o que te ha permitido encontrarte con actitudes que no conducen sino a la desviación. A esas actitudes hay que desecharlas y sacar de ellas fuentes de bendiciones.

Quienes creemos que Dios rige nuestras vidas, agradecemos desde el mismo momento de despertar luego de ese sueño nocturno habitual. Agradecemos porque nos ha devuelto el alma a nuestro cuerpo, agradecemos por cada accionar presente y por venir. Ese agradecimiento nos activa, nos lleva a dedicar, en algún momento del día a reflexionar y la búsqueda por devolver un favor. Y es que, sin proponérnoslo, hasta podemos apreciar la revelación de la luz en la que ya no expresamos el agradecimiento con palabras sino con el dar.

Tenemos que esforzarnos a vivir momentos centrados en nosotros mismos y meditar en el aquí y en el ahora: la felicidad nos pertenece. Bendiciones vendrán a tu vida. Amén

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