Muchos salieron, pocos han retornado, y algunos se quedaron para no retornar, al menos “por ahora”. Para quienes tomaron la radical decisión de partir no fue nada fácil dejar el hogar, los hijos, la familia, sus amigos y sus querencias, este paso constituyó un momento con escenas de tristeza y de dolor.
Han sufrido los rigores de una separación jamás urdida, ni consentida. En cada pausa o estación en su viacrucis, las añoranzas regresan a tropel y no cesan de aguijonearlo para recordarle a quienes atrás dejaron, y pese a ello no renuncian, el reto que se han propuesto es vital, y solo cesarán en su noble y crucial empeño cuando logren alcanzarlo.
En ese reto de superación, han cifrado sus más caras aspiraciones. Cuando la diáspora migratoria comenzó a esparcirse, muchos salieron como en estampida, sin un aparente rumbo fijo.
Su destino era incierto, en especial para los caminantes, las vicisitudes surgidas en el camino se encargarían de fijar su derrotero. Para los caminantes, su primera parada era donde su vecino más cercano, Colombia, luego seguirían tal vez, como en efecto lo fueron, las naciones liberadas por su compatriota.
Para quienes pretendían llegar a USA, el trayecto era duro y complicado, a muchos se les habría hecho un nudo en la garganta de solo pensar en atravesar la inhóspita selva del Darién, plenas de obstáculos inimaginables, pero todos quieren ir a USA Today.
Tal vez por otras rutas, otros quieren llegar a Europa, atraídos por los vínculos familiares de viejo ancestro con los que ayer también migrantes pisaron las tierras venezolanas, haciendo de ella su segunda patria.
Luego de convivir por largos años en los países bolivarianos, ya su presencia incomoda y, bajo estas circunstancias es posible que vuelvan a emigrar a otro país o retornar… quizás.
Observadores internacionales de los movimientos migratorios han sostenido, comparando los datos sobre migraciones, que a los países que arriban provocan, como era de esperarse, cambios de actitud y comportamiento positivos con resultados tangibles de aceptación y buena valoración de su trabajo.
A dondequiera que han llegado han generado expectativas, por lo que son capaces de emprender y sostener; han sido absorbidos por medianas y grandes empresas por su profesionalismo, bien se trate de ebanistas, carpinteros, herreros, constructores o profesionales universitarios dignos de destacar.
Notable por su extraña ocurrencia, es el caso de un venezolano que creó una orquesta para compartir su música con jóvenes de la comunidad; este es un claro ejemplo de superación profesional digno de difundir y que se perpetuara en el tiempo, como en su momento lo hiciera el gran dominicano Billo Frómeta, quien se convirtiera, por la magia de sus creaciones e interpretaciones musicales, en el cantor de Caracas.
Su profesionalismo, habilidades y destrezas les han permitido a muchos alcanzar y consolidarse en las diversas actividades laborales en las que se han desempeñado, demostrando con ello la probabilidad de convertirse en empresarios por su capacidad de recuperación, su poder de asimilación y su mentalidad de crecimiento y recuperación, desarrollada como resultado de la superación de los retos que implica el traslado a otro país.
Un detalle por demás irracional y carente de realismo, ha saltado a la palestra recientemente, causando malestar e indignación, un migrante que logrará avanzar y llegar a su destino en un momento de soberbia y altivez, ha echado por tierra la imagen de venezolano probo, trabajador y agradecido, destruyendo lo que otros han logrado construir con pronunciamientos y comportamientos que parecieran propios de gente farandulera y vividora, al referirse al destino y uso de las ayudas del Estado; el recato, la cordura y la humildad no han sido su mejor asesor y confidente, su actuación ha causado malestar e indignación en la comunidad migrante, pero afortunadamente estos pronunciamientos aislados y carentes de racionalidad no perturban el espíritu de solidaridad manifiesto en la comunidad que tan bien los está donando.
Ya los tiempos del ayer cargados de altruismo y solidaridad, que facilitaron el libre transitó del inmigrante están colapsando, ya el recibimiento y los saludos de bienvenidos se han ido deshaciendo, los muros y las barreras se levantan hoy soberbios para frenar su paso.