José R. Prado P.
En un mundo cada vez más globalizado e interconectado, la inclusión educativa se convierte en un desafío fundamental para garantizar el derecho a la educación de todas las personas, sin importar su origen, condición o circunstancia.
Según la investigadora Evelín Ávila, el entorno translocal, donde lo local y lo global se entremezclan, exige una transformación profunda de las prácticas educativas para acoger la diversidad y promover la equidad.
En primera instancia, la inclusión no se trata solo de integrar a los estudiantes con necesidades educativas especiales, sino de crear una escuela para todos, donde todos se sientan reconocidos, valorados y con las mismas oportunidades de aprendizaje.
Esto implica una transformación de la organización escolar en su conjunto, desde la cultura y los valores, hasta las estructuras y los procesos.
La transformación de la escuela requiere una profunda alternativa, que incluya:
A- Participación activa de todos los agentes educativos, desde docentes y directivos hasta padres y estudiantes, deben participar activamente en la construcción de una escuela inclusiva.
B- Un enfoque en la diversidad: la escuela debe reconocer y valorar la diversidad de culturas, experiencias y necesidades de sus estudiantes.
C- Un currículo flexible y adaptable para atender las necesidades individuales de cada estudiante.
D- Los recursos y apoyos a la escuela deben contar con los recursos y apoyos necesarios para garantizar el éxito de todos los estudiantes.
E- La evaluación debe ser continua y formativa para identificar los avances y las necesidades de cada estudiante.
La promoción de prácticas inclusivas y equitativas en un entorno translocal, es un proceso continuo que requiere un compromiso constante por parte de la organización escolar.
Es necesario estar atentos a los cambios y desafíos que surgen en este contexto globalizado, y adaptar las prácticas educativas en consecuencia.
Por ello, un plan de igualdad de oportunidades en la escuela es una herramienta fundamental para avanzar hacia una educación inclusiva. Sin embargo, es importante que este plan no se quede en el papel, sino que se traduzca en acciones concretas y tangibles.
La escuela del siglo XXI debe ser una colectividad de aprendizajes personalizados que actúa, cambia, crece y se desarrolla atenta al presente, a la exploración y a la realidad global y local.
Debe ser un espacio donde todos los estudiantes puedan aprender a vivir, contar su identidad, descubrir el mundo y transformarlo en un lugar mejor.
Así que, la inclusión educativa, es un reto complejo y constante, pero también una oportunidad para construir una sociedad más justa y equitativa en un mundo translocal.