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jueves, diciembre 4, 2025
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La meditación y la reflexión, dos grandes aliados

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Piensa con el cerebro y con sus fosas nasales distendidas  y sus labios comprimidos, con cada músculo de su  espalda, brazos y piernas, con su cuello apretado y  los dedos de sus pies separados,  esas son las señas que  distinguen a El Pensador, la famosa estatua esculpida por Rodín, el escultor francés, y la cual ha sido replicada muchas veces.

Hoy, hacemos alusión a esta grandiosa obra por  el significado que ella guarda con el  comportamiento humano, y que  quizás alguna vez has visto fugazmente  en  películas. Ese estado  contemplativo  tan hábilmente logrado  nos permite explorar nuestras experiencias,  cuestionar suposiciones y  obtener una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que  nos  rodea.  

Por lo general recurrimos a  la meditación y la reflexión, cuando el interés, la angustia y  la preocupación nos invaden  al no saber  qué ocurrirá y cómo se desarrollarán las cosas, para despejar nuestras dudas, al orientarnos en la búsqueda de soluciones  y  así crecer como personas, transformándose en  una especie de bálsamo para aquel que padece, teme padecer o teme.  
Vivimos en un constante  y  agitado cambio por cuenta  de las vicisitudes  que  enfrentamos  a diario en permanente  evolución, sumidos por  el rigor de los tiempos en una rutina  estresante  que a veces exacerba nuestras  emociones  y  sentimientos  viendo como el tiempo se nos escapa tratando de retenerlo a  más no poder.

Esto nos  ayuda a pensar en profundidad que  el raudo paso de los años estimula nuestras capacidades para entender qué es la vida que llevamos, quienes  somos,  y quienes si nos lo  proponemos podemos llegar a ser, y todo por cuenta de la reflexión que nos permite valorar la vida.

En esos instantes únicos, por la espontaneidad con que se hacen presentes  para animarnos en momentos difíciles, recurrimos a la meditación y reflexión antes  de  proceder o asumir decisiones cruciales, y  son cruciales porque fomentan  la  autoconciencia, la creatividad, la paciencia, la longevidad y una mejor conexión con el presente y con los demás, por lo cual su práctica, además de  saludable rinde beneficios. Esos momentos de singular y saludable   éxtasis, nos ayudan a calmar la mente,  a tener  una mayor  perspectiva   de los problemas y  aumentar el  bienestar general y la calidad de vida. Lo hacemos a menudo, al  dar  un paseo, cuando visitamos  parques, cuando  vas  en  autobús, cuando acudes  a los templos  a orar.  

Se ha practicado por miles  de años, ha sido cual oráculo  en la toma de las grandes  decisiones, utilizado antes para  alcanzar  la comprensión  de lo sagrado  en los  templos,  y  en   la actualidad a manera  de un refugio mental para  lograr la relajación  y disminuir  el estrés.  Por lo tanto, antes de tomar una decisión debes  pensar  en  ti, en clasificar  y priorizar algunas  de tus necesidades, y valorar  tus pensamientos. Siempre  será  oportuno  concederle  valor  al tiempo, ya que  el mismo actúa como un gran  orientador  y a la vez como un gran sanador  de heridas.    

Te has comprometido a estar contigo, y cuando  lo  hagas, inténtalo  cómodamente  en un lugar  tranquilo  y como dicen, lejos  del  mundanal  ruido, sobrellevando con acentuado  estoicismo  los rigores de la vida y saboreando  la mieses  de los triunfos, y al hacerlo  recibirás  muchas  bendiciones  que a veces llegan  disfrazados.

En aras de   mantener una mente  abierta, hay  que reflexionar  sobre la tolerancia  ante  las diferencias   y mantener  así, la paz  y la armonía, y , al terminar  el día  , validar  lo acontecido preguntándonos: ¿ Qué  logré  hoy? ¿Logré mis objetivos  o me alejé  de ellos? ¿Qué  puedo hacer mañana para  ser más productivo o efectivo?

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